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Blog "Ay de los vencidos"
Os presento el blog que estoy creando sobre la
historia de mi abuelo, Antonio Gómez López, desde que nació, su vida en España,
su participación en la Guerra Civil, el exilio, y su vida en Francia, hasta su
fallecimiento.
Finalmente pretendo realizar una pequeña auto edición
en papel, para la familia, pero creo que, a pesar de ser una más de las muchas
historias individuales de personas que trata sobre la primera mitad del siglo
XX, su historia o el proceso de investigación, podría interesar, servir o serle
útil a alguien. Por eso, he decidido publicar el trabajo en un blog. Se trata
de una herramienta enormemente versátil, que puede enriquecerse con enlaces,
imágenes y otros contenidos hasta el infinito, y a la que puede acceder
cualquiera.
Aunque ahora mismo empiezo a publicarlo en la web, con
las informaciones de que dispongo en el momento actual, la historia permanecerá
viva; primero porque no me ha sido posible, por la distancia, y el tiempo,
acceder a todos los archivos que podrían contener información sobre mi abuelo,
segundo porque todos los días, los archivos, están escaneando nuevos
documentos, y tercero, porque todos los días estoy aprendiendo cosas nuevas,
por lo que, en el futuro, podré localizar nuevos datos o informaciones que me
ayuden a completar la historia. Por eso, las entradas del blog aparecen
etiquetadas al principio, con una fecha de la versión, porque cada vez que sea
preciso, volveré al texto para revisarlo y/o actualizarlo.
Podéis ir al índice y ver el contenido aproximado que
tendrá al final. Poca a poco voy a ir subiendo capítulos de la historia, por lo
que se irán activando paulatinamente enlaces dentro de ese índice. Espero que
os resulte interesante o útil.
Muchas Gracias
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Espárragos en otoño
El tiempo está loco, y con el las estaciones. Hoy, paseando por el campo, nos hemos encontrado varios espárragos, que como todo el mundo sabe empiezan a salir a finales de febrero y marzo, y duran un mes o mes y algo.
Como nosotros somos de tortilla de espárragos de temporada, los hemos indultado.
Flak 88
Todavía hoy, más de 80 años después de finalizada la guerra, pueden encontrarse en nuestros montes algunos vestigios del armamento usado. Son muy comunes restos de metralla, vainas de cartuchos de fusil disparados y peines cargadores.
Menos normal es encontrarse con restos de la espoleta de un proyectil y poder identificar el tipo y el cañón que lo disparó gracias a que conserva una pequeña inscripción: en este caso una espoleta a tiempos Zt.Z.S/30, fabricada en 1936, de un proyectil rompedor, disparado por el cañón antiaéreo aleman Flak 18 de 88 m
Conferencia "Primeras cuevas artificiales en el interior del Tajo: Valle de las Higueras, Huecas (Toledo)"
- Rosa María Barroso Bermejo
- Primitiva Bueno Ramírez (Dialnet)
¡Váyanse a la mierda!
Cuarenta años expoliados, nosotros y nuestro río, cuarenta años, los responsables políticos, llorando lágrimas de cocodrilo. Mentirosos profesionales que sólo miran por su chiringuito. Ningún partido político nacional, regional o local ha tenido jamás intención de acabar con el trasvase. Han jugado con nosotros, los ciudadanos. Juegan a decirnos una cosa aquí, otra en Murcia y otra en España, mientras la cloaca a cielo abierto pierde cada vez más agua, y sigue contaminada hasta las náuseas. El Tajo se desangra, por el trasvase Tajo-Segura. Pero no sólo, nuestros "genios" dirigentes regionales que dicen oponerse al trasvase, están a punto de perpetrar otro expolio al río, llevándose el agua por la tubería manchega. Y eso sin contar con el agua del río destinada al sur de Madrid, o la mierda que se vierte al agua desde esta ciudad y desde Toledo. Les da igual el río, la calidad y la cantidad del agua, quieren que se acabe el trasvase a Murcia, sólo para trasvasar ellos el agua, para pescar votos en algún lugar de la Mancha profunda.
Ante el borrador del Plan de Cuenca presentado esta semana, vistas las declaraciones al unísono de nuestros políticos regionales y locales, parece que ahora nos tenemos que olvidar de los 40 años de ignominia, en los que no han hecho nada, para adorarlos como genios de la política. Sin embargo, las plataformas y personas comprometidas con el río nos alertan de los defectos del plan, y la gran mentira que nos quieren colar, para que todo siga como siempre.
Y yo, no sé ustedes, pero yo me fío más de personas y organizaciones independientes que, aunque pequeñas, han demostrado su compromiso en la lucha a favor del río; que de una organización política que ha dado muestras de ser incapaz, o no querer resolver el problema, por tener intereses contrapuestos en las distintas regiones. Ni Page ni Tolón se plantan ante el gobierno con un órdago en condiciones: "o el trasvase se termina o dimitimos". Así de seria es la cosa y así deberían ser las actitudes. Pero no, hacen que lloran, se quejan en voz baja, y el primero quiere prolongar el trasvase hasta el fin de los tiempos llevándose el agua, ahora a La Mancha, sólo por intereses electorales. Por partidismo acérrimo, ahora, lanzan las campanas al aire, al unísono, para intentar sacar provecho político de un Plan que citan como la salvación, o el inicio de la salvación del río, cuando a tenor de lo que explican los que saben, no hace más que perpetuar la situación actual, es decir, es una birria para engañar una vez más a los ciudadanos, y que todo siga igual, con ellos gobernando.
¡Váyanse a la mierda¡ No, no y no. Algunos no tragamos.
A propósito del artículo de Miguel Ángel Sánchez:
Pulsar en la imagen para leer el artículo en La Tribuna de Toledo
El patrimonio siempre pierde
Isabelo Sánchez Gómez
El patrimonio arqueológico se asienta sobre el territorio, donde los seres humanos actuales vivimos. Es relativamente fácil que cualquier obra, carretera, infraestructura o urbanización, de las que nos servimos, se “encuentre" con restos del pasado, conocidos o desconocidos. El sistema de tutela del patrimonio, desarrollado desde la transferencia de las competencias a las comunidades autónomas, intenta protegerlo mediante un conocimiento lo más completo posible de su ubicación en el territorio, a través del registro en las cartas arqueológicas o inventarios, ya sea que se encuentren sobre, o en el subsuelo.
De esta forma, ante cualquier obra o remoción de tierra que se proyecte, las administraciones pueden activar los mecanismos de protección necesarios. En base a los informes que tienen que emitir los arqueólogos, previos al inicio de las obras, la administración decide, en función del interés o valor, si basta con la documentación y los elementos pueden desmontarse, si es necesario preservar los restos o parte de ellos in situ y adaptar la obra, o si tienen tanta importancia que hacen inviable cualquier tipo de construcción sobre ellos. Se intenta hacer compatible la preservación de los restos del pasado con las necesidades que tenemos de vivienda, comunicaciones y otras infraestructuras.
El sistema de tutelaje del patrimonio ha tenido, desde su implantación, sus luces y sus sombras. A partir de los años 80 del pasado siglo, las excavaciones arqueológicas se han multiplicado por mucho y con ello el conocimiento que se puede obtener sobre el pasado. Ha aflorado una cantidad de patrimonio enorme que ha proporcionado una gigantesca cantidad de información que, sin embargo, no parece haber llegado, como debiera, al común de los ciudadanos, ya sea mediante la difusión de ese conocimiento, y mucho menos en cuanto a la preservación y puesta en valor de los restos localizados. Una parte importante de los yacimientos han sido desmontados, es decir, han desaparecido, otra permanece inaccesible, preservados en parte debajo de las construcciones realizadas, y otra parte se conserva en sótanos o garajes, como floreros arqueológicos, descontextualizados e incomprensibles, sin acceso para el común de los ciudadanos. También existe un déficit importante en cuanto a publicaciones científicas en relación con el número de las intervenciones realizadas.
El sistema implica que sea el promotor de la obra el que pague los trabajos arqueológicos, mientras que el arqueólogo debe responder ante la administración con sus informes, y es ésta la que tiene la capacidad de decidir qué se hace con los restos. La mayor parte de las intervenciones arqueológicas actuales se realizan por empresas contratadas por los promotores dentro de un contexto de competencia empresarial. Al promotor le interesa “liberar" el suelo lo más rápidamente posible, para abaratar sus costes, mientras que a la administración le interesa una buena documentación que le permita tomar las decisiones adecuadas, y que cumpla con los fines protectores de la legislación patrimonial. En el medio se encuentran los arqueólogos, dentro de la lógica del mercado y del abaratamiento de precios, en ausencia de unas tarifas reguladas, que tienen que conseguir proyectos para trabajar, y realizan sus labores, a veces, bajo las presiones del promotor, en el menor plazo de tiempo posible para poder obtener beneficios, al tiempo que responden a los mínimos exigidos por la administración.
Esta situación lleva a que la actividad arqueológica sea considerada, en muchas ocasiones, como un problema, aun cuando está clara la naturaleza del patrimonio arqueológico como de dominio público, y que su protección en las normas es algo que nos enriquece a todos. En el “conflicto” entre patrimonio y urbanismo, el primero es el que tiene todas las de perder. El territorio español está lleno de ejemplos de hallazgos arqueológicos, o restos ya conocidos importantes, que han sucumbido antes proyectos urbanísticos estrella. El argumento del progreso, el empleo, las viviendas baratas, suele confrontarse con el patrimonio arqueológico como algo prescindible, por oponerse a ese desarrollo, generalmente, además, minusvalorándolo con argumentos como que son cuatro piedras y algunas en línea, sólo hay dos monedas, o que las construcciones del siglo VI no pueden impedir las del XXI, etc. La base real de este conflicto se encuentra en el valor del suelo como generador de negocio y de riqueza económica para unos pocos, frente al del medio ambiente, los paisajes o la cultura, de todos, considerados como algo improductivo, y que por lo tanto son sacrificables.
Como vemos, el sistema no está exento de problemas y conflictos, sin embargo, se ha mantenido prácticamente sin variaciones desde la transferencia de las competencias a las autonomías. Uno de ellos es la toma de decisiones en el último momento, por lo que se ha denominado a esta arqueología, de urgencia, o de salvamento. Las soluciones que se plantean desde la administración, en general, pueden ser asumibles (teniendo en cuenta algunos de los problemas citados), pero ¿qué pasa cuando el urbanismo “choca” con un yacimiento de potencial gran valor? ¿Sirve en estos casos la actuación de urgencia?
La cosa no es nueva, España está llena de ejemplos cuyo resultado ha sido un desastre para el patrimonio. En Toledo tenemos, por ejemplo, el caso de Vega Baja: se conocía la existencia de restos arqueológicos desde hacía siglos, se realizaron sondeos por todo el espacio del proyecto urbanístico que demostraron la existencia de un urbanismo extenso y complejo, y, sin embargo, se vendieron las parcelas, fraccionado el terreno entre promotores particulares, para que cada uno de ellos realizase las excavaciones que exigía la ley. Cuando el patrimonio afloró, como era esperable, la presión de un importante proyecto urbanístico, con gran cantidad de dinero en juego, se confrontó con el patrimonio, con la acostumbrada minusvaloración de este por parte de los promotores y los poderes públicos. Iniciados los trabajos arqueológicos, a pesar de la evidencia, se pretendió seguir adelante documentando los restos, y tal vez, conservando algunos, los que se consideraran más valiosos; aislados, inconexos y descontextualizados, aquí y allá, en sótanos y garajes, mientras se destruiría lo demás. Cumpliendo con el sistema de protección patrimonial estuvo a punto de acabarse con la ciudad visigoda.
Otro ejemplo es el reciente “re-afloramiento" de los restos del anfiteatro romano en la Calle Honda, durante los trabajos para la construcción de una vivienda particular. Se sabía de la existencia de esos restos desde siempre. En la carta arqueológica aparece dentro del ámbito de protección A-4. Tavera-Covachuelas. Se han seguido los protocolos previstos en la norma, y ahora, hay que tomar una decisión, in extremis, que seguro que no gustará a una parte, o a nadie.
Está claro que el sistema no funciona en determinados contextos. Esperar a que se presenten proyectos de obra para empezar a actuar, convertida la intervención en una urgencia, sólo conduce a la improvisación, y al desastre, generalmente para el patrimonio. ¿No sería mejor para todas las partes anticiparse en la toma de decisiones? En el caso del anfiteatro, un edificio, sin duda, de valor excepcional, ¿no se podía haber previsto la situación actual y actuar antes, tener claro qué se haría de llegar a este momento, o no haber dejado que se llegara hasta aquí? Una arqueología preventiva es eso, prevenir, y, sin embargo, se ha denominado con ese nombre a algo que no previene, que no se anticipa, sino que rescata de emergencia, y, en consecuencia, la mayoría de las veces sólo documenta. Sabiendo de la existencia de un patrimonio excepcional (aunque esto es válido para todos los patrimonios) lo más sensato es anticiparse, intentar conocerlo lo mejor posible mediante georradares, sondeos y excavaciones, y tener las decisiones tomadas antes de que se plantee un proyecto urbanístico o una construcción; si se va a permitir o no construir, y en qué condiciones. Habrá sorpresas, porque los hallazgos casuales siempre existirán, pero estas se reducirían de forma importante. De esta manera, la administración tutelar realizaría una verdadera labor preventiva y protectora del patrimonio, en lugar de la paliativa actual, generadora de frecuentes tensiones entre promotores, arqueólogos, administración y sociedad, y en la que la mayoría de las veces sale perdiendo el patrimonio.
La Piedra del Rayo
Sabemos, desde hace ya muchos años, que nos alzamos sobre hombros de gigantes. Lo que decimos, las explicaciones que damos sobre cómo funciona el mundo, se basan en toda una tradición de teorías e hipótesis que fueron formuladas, lanzadas y contrastadas, por los que nos precedieron, sobre las que, a su vez, se construyen las del momento actual. El método científico es un sistema de creación de conocimiento, totalmente contrastado. Las teorías, son cada día puestas en duda, algunas rechazadas, y otras reforzadas, para generar, cada vez, mejores o más completas explicaciones que nos acerquen un poquito más a la verdad, con la desgarradora certeza de que esta, como un horizonte infinito, siempre quedará un poco más allá. Y, sin embargo, consuela el hecho de que viajamos en una nave común, en la que el conocimiento, es el resultado de múltiples contribuciones explicativas que aportan piezas en el puzle infinito que intenta conjugar teoría y realidad.
Y, sin embargo, esto no siempre ha sido así. O mejor dicho, el método, el conocimiento, ha necesitado ser creado y perfeccionado a lo largo del tiempo, ha tenido que ir saliendo por sí sólo de la oscuridad, y aún hoy día, o paradójicamente, quizá en estos momentos, cuando hablamos de la revolución de la información, y todo está al alcance de un clic, persisten grandes bolsas de sombra de ignorancia, que incluso crecen desafiantes, dentro de, o relacionado con, un curioso efecto consistente en que cuando menos se sabe, más se cree que se sabe. En este contexto, todo el mundo habla, y muchos se creen con el derecho, en lugar de ser humildes y aprender; sin más bagaje que las redes sociales, o la lectura de algún artículo o revisa pseudocientífica, a veces tras completar un libro de autoayuda, a lanzar o apoyar explicaciones absurdas sobre el funcionamiento del mundo, como la astrología, la parapsicología, la homeopatía, el terraplanismo o el creacionismo, por ejemplo, en un retorno inexplicable al mundo de los mitos y las creencias.
Evidentemente, no todas las ciencias son iguales. Es decir, el objeto sobre el que se pregunta determina de forma importante la fortaleza que puedan tener las teorías propuestas. No es lo mismo el estudio de fenómenos físicos, que de un comportamiento, y mucho más si se trata de sucesos que ocurrieron o funcionaron en el pasado y no existen en el presente. Las disciplinas que tratan de comprender fenómenos históricos se encuentran con la dificultad añadida de la pérdida de información, a veces irrecuperable, producida por el paso del tiempo, y en el caso de la reconstrucción de los sistemas culturales del pasado, y a través de ellos del comportamiento o de la sociedad humana que los creó, nos encontramos con que el número de variables implicadas en la conducta humana, es tan complejo que, unido a la pérdida de información, pues la arqueología es una ciencia cuyo material de trabajo son los restos que los seres humanos dejamos en el pasado sujetos a un mecanismo conocido como conservación diferencial, y a nuestra incapacidad para observar todos los datos o variables, hace que, en cierto modo, sea más difícil avanzar teorías, o que estas sean menos fuertes. No obstante, los mecanismos que se han desarrollado a lo largo del tiempo para conocer al ser humano en el pasado, formados por unas metodologías científicas y un método o técnica, combinados con otras disciplinas sociales como son la psicología, la sociología, la antropología, la etnología o la historia, y apoyándose en disciplinas como la geología, la tafonomía, la biología, o la genética, entre otras, han propiciado que puedan avanzarse teoría e hipótesis suficientemente fiables o robustas.
Hubo un tiempo en el que el dominio explicativo de los mitos y las creencias estuvo justificado. Cuando el conocimiento se guardaba en cajas bajo siete llaves, y sólo se reservaba para una élite, o cuando el contexto económico hacía imposible tener tiempo libre porque todo él se dedicaba al trabajo para la subsistencia. Entonces, las invenciones, las fábulas o las leyendas, eran las bases sobre las que amplias capas de la sociedad interpretaban la realidad del mundo. Hubo un tiempo en que, un campesino labrando su tierra, al encontrarse una piedra como esta, con su característica forma apuntada, lanceolada o amigdaloide, tan diferente al resto de cantos rodados que habitualmente retiraba del cultivo, en un campo cualquiera de nuestras tierras toledanas, tal vez, habría mirado al cielo, buscando una explicación, y habría recordado la última tormenta y aquel rayo que casualmente había visto caer, en la lejanía, en el resguardo seguro de su casa, justo en ese mismo lugar. Era, sin duda, una piedra arrojada por la tormenta, una “Piedra del Rayo”, como podría subrayar cualquier "piramidiota" actual, aunque nosotros sabemos, gracias a la ciencia, que se trata de un bifaz, y que podemos decir muchas cosas, con sentido, de él (Ver próximo post)
El contrapeso olvidado
El territorio de Toledo es cortado, de este a oeste, por el río Tajo, creando, con su circulación pausada, amplias vegas, sometidas a inundaciones periódicas que generaban, antes de la regulación mediante presas de su caudal, un suelo de gran fertilidad. Por eso, a lo largo de toda la historia, los seres humanos se han asentado en sus elevaciones más próximas, para poder cultivar esas tierras fértiles.
Conjunto Histórico de Toledo. Error detectado en su delimitación y solicitud para que se revise y subsane
Desde la plataforma “Toledo. Sociedad, Patrimonio y Cultura”, hemos detectado lo que consideramos un error de representación cartográfica de la zona delimitada como Monumento Histórico Artístico en 1940 y Patrimonio de la Humanidad en 1986, que necesitaría ser corregido por sus consecuencias legales en relación a la afectación de la zona protegida por la ejecución de infraestructuras u obras, el planeamiento urbanístico actual y futuro, en vías de elaboración, y la concesión de ayudas y subvenciones para la conservación o rehabilitación del casco en su conjunto o de las edificaciones que lo integran.
Por eso, hemos registrado el día 22 de marzo de 2021, en el Ayuntamiento de Toledo, Junta de Comunidades y Ministerio de Cultura, administraciones competentes en la gestión y tutela del Patrimonio Cultural, una solicitud para que revise y subsane el error detectado, por sus implicaciones o consecuencias para la conservación y mantenimiento del Conjunto Histórico de la ciudad de Toledo, haciendo innecesarias así, posibles posteriores reclamaciones legales una vez aprobados el Plan Especial de Vega Baja y el POM en vías de elaboración, o cualquier otra actividad constructiva o urbanística que pudiera afectarlo.
Este error de límites no sólo altera el espacio que legalmente te debe abarcar el Plan Especial del Casco Histórico, sino que modifica, sin que haya existido propuesta alguna en dicho sentido, el ámbito protegido por el Estado como Monumento Histórico-Artístico, en 1940 y 1968, propuesto en base a esa delimitación para su inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial en 1985, aceptado en 1986, y ratificado posteriormente por su Valor Universal Excepcional.
A continuación puede visualizarse el documento explicativo de hechos que se ha adjuntado en la documentación presentada al registrar la petición.
Vía del ferrocarril convencional Madrid-Toledo
Pocos metros más allá, detrás de la curva, la vía desaparece, fue desmantelada. El tren convencional desapareció para conectarnos directamente con Atocha por medio del AVE.
En 2005 circuló el último tren convencional entre Madrid y Toledo. Se ganaron 20 minutos en el viaje, y a cambio se perdió el enlace con Madrid a través de Aranjuez, y desde aquí con todas las conexiones que tenía esta ciudad, incluido el cercanías de Madrid, y también renunciamos a los trenes de mercancías, y con ello la dinamización económica que podía haber impulsado a la industria.
Nos vendieron el AVE como símbolo de modernidad, nos lo metieron por los ojos, apelaron a nuestro toledanismo, al privilegio que íbamos a tener, a lo importante que éramos que hasta nos traían el AVE mientras que ninguna ciudad de nuestras dimensiones contaba con él. Y nos metimos de cabeza, sin pensar en nada más.
A pesar de los políticos, Vega Baja resiste
Desde dentro de Vega Baja, desde el yacimiento declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica en el año 2008, se experimenta la desolación y el abandono al que vergonzosamente están sometiendo los políticos a este sitio. La valla del camino, que pretende evitar que las personas puedan acceder y dañar los restos arqueológicos, caída; pero el tiempo, por sí sólo, ya ha hecho su tarea, y los plásticos que una vez protegieron las estructuras y estratos que quedaron a la vista cuando se interrumpieron los trabajos arqueológicos, aparecen ahora rotos; y la vida se abre camino con árboles y plantas que crecen sin control. Si paseas alrededor, unas alegres liebres acompañarán tu camino y te saludarán mientras paseas. Una "Liebre de Marzo", especialmente loca, me llamaba la atención. Incapaz de entender algo del yacimiento pensé en seguirla y acompañar a Haigha y al Sombrerero a merendar y tomar el té (eran las cinco de la tarde). Pero al poco volví desde el sueño a la razón para reflexionar que, ante el abandono, es normal que haya gente que pueda pensar en para qué sirve Vega Baja, y que es más útil ese espacio si se dedica a la construcción.
Los poderes públicos tienen la obligación de proteger y conservar el patrimonio, y "ponerlo al servicio de la colectividad en el convencimiento de que con su disfrute se facilita el acceso a la cultura y que ésta, en definitiva, es camino seguro hacia la libertad de los pueblos". Años y años de desidia. A la vista está que se incumple flagrantemente lo que la norma decía que tenía que hacer un Estado democrático (Preámbulo de la Ley del Patrimonio Histórico Español).
Afortunadamente, podemos felicitarnos de que, por lo menos, la presión ciudadana, haya conseguido impedir, de momento, que ahí haya ahora bloques de pisos, que era el deseo irrefrenable de todos y cada uno de los políticos que nos han gobernado. Por eso, por esa osadía del pueblo, nos castigan con desidia y abandono, con esta vergüenza, para que nos hartemos, y consintamos. Una vez vista la imposibilidad de llenarlo todo de casas, por lo menos que aceptemos edificar parte. Así ya podremos darnos con un canto en los dientes, por dejarnos un poco de ¡espacio vacío!, que es lo que claramente piensan, en línea con ciertos sectores económicos de la ciudad, sobre qué es un yacimiento arqueológico o un paisaje. Consideran, les leo la mente, que de esta forma matarán dos pájaros de un tiro: sacarán rendimiento económico al sitio, que es realmente lo que les interesa, y al mismo tiempo aparecerán como adalides de la preservación del patrimonio.
De momento, la partida sigue abierta (la reina roja no ha conseguido cortarnos la cabeza), aunque a lo largo del tiempo han conseguido dar bocados al sitio y al paisaje, algunos importantes, todavía, si alzas un poco la vista, desde algunas partes, puedes ver la bella silueta de la ciudad, como la vieron nuestros antepasados, y por lo tanto aun podemos disfrutar de un paisaje excepcional, que ha conseguido llegar hasta nosotros relativamente bien conservado, y que puede mejorarse con la puesta en valor del yacimiento, junto con la recuperación de espacios verdes y otros usos vinculados al ocio, a la naturaleza o el medio ambiente, que sean compatibles con el patrimonio, para el disfrute de todos, y de nuestros hijos, lo que es motivo para que nos felicitémonos.
¡La lucha sigue!