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Antonio Zárate Martín: «Reflexiones para un POM “nuevo” en Toledo, responsable y verde»

 

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La reciente publicación por el ayuntamiento del pliego de prescripciones técnicas para la contratación de “ayuda externa profesional para la redacción del POM” provoca incertidumbre al comprobar que se acompaña de la “Memoria informativa y Diagnostico del POM”, elaborada en 2022 para el avance del mismo, sometido a información en vísperas de las últimas elecciones municipales. Ese documento, de 417 páginas, recoge el planeamiento del anterior equipo municipal, con definición de situación, objetivos y actuaciones que se suponen correspondientes a su modelo de ciudad. Es lógico aprovechar el trabajo técnico realizado, pero no se aportan ideas nuevas y no hay actualización de datos. Las previsiones urbanísticas son las de entonces, sin modificación alguna ni reflejo de proyecto alternativo de ciudad al ya presentado, sobre todo cuando son otros los que gobiernan y cabe suponerles otra visión y modelo de ciudad.

Con la “Memoria informativa y Diagnostico del POM” de 2022, la corporación actual puede resucitar opciones de construcción en la Vega Baja que parecían superadas, y más después del último estudio de georradar de la zona, confirmando vestigios arqueológicos por todo ese espacio. De nuevo, se ignoran las reiteradas peticiones de la plataforma Toledo, Sociedad, Patrimonio y Cultura (TSPyC) de un Plan Especial de Protección arqueológica y de paisaje para la zona, apoyadas en su momento por los actuales responsables del gobierno municipal y que llevaron al equipo anterior de gobierno al inicio de tareas para ese Plan Especial. Como recogió entonces la prensa, se encomendaron labores para su redacción a los arquitectos Busquets y Ezquiaga, de las que resultó un borrador firmado por Busquets, al parecer, en olvido.

Respecto a la Vega Baja, conviene recordar la precipitación con la que se aprobó el Convenio de colaboración entre el Ayuntamiento, la Junta de Castilla-La Mancha y el Ministerio de Cultura (BOE-A-2021-16958) para justificar ante el Parlamento europeo que se trabajaba en su recuperación arqueológica tras la denuncia presentada en su Comisión de Peticiones por la plataforma TSPyC. También hay que recordar como esa plataforma lo rechazó por ser insuficiente, limitada a un pequeño espacio de la Vega Baja y obviar el reclamado Plan Especial de Protección para la zona.

A juzgar por la documentación que ahora se publica, tampoco la nueva corporación parece decidida a garantizar la conservación de La Peraleda como “suelo rústico protegido”, de acuerdo con en el vigente PGOU, reconociéndose así sus valores medioambientales, imprescindibles para la ciudad y explicitados en anteriores artículos. La Orden PCM/735/2021, de 9 de julio, por la que se aprueba la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológicas, dentro de la Estrategia de la Unión Europea sobre Biodiversidad para 2030, refuerza su importancia medioambiental para la ciudad y como corredor fluvial de biodiversidad, en un meandro del Tajo. Y si a eso se añaden los valores arqueológicos de La Peraleda, parcialmente en zona inundable, dentro del cono visual de protección de la ciudad amurallada (PECH  y UNESCO) y que hace posible una de las vista más icónicas de la ciudad, resultan evidentes las razones por las que no se puede  levantar en esa ubicación un nuevo barrio de 3.000 viviendas y por las que la JCLM no ha aprobado la Modificación 29 del vigente PGMOU, que incluía  la urbanización de la zona recuperando el PP-2 del anulado POM de 2007.

Tampoco parecería razonable seguir centrando el nuevo POM en la creación de más barrios dispersos, con más asfalto y cemento, que elevan las temperaturas en verano e impiden la filtración de aguas de lluvia al subsuelo, sin entrar en riesgos de inundación y de contaminación. Los nuevos barrios aumentarán la fragmentación urbana, en lugar de aprovechar los vacíos para tramas verdes, que eso es también compactar, urbanizar y hacer ciudad, además de contribuir a la neutralidad climática para 2050. En la “Memoria informativa de 2022” se justifica suelo para 23.597 o 33.512 viviendas, lo que equivaldría a 49.554 o 70.375 personas para un horizonte de 12 años, cuando el crecimiento real entre 2011 y 2023 ha sido pequeño, de 2.962 personas. El saldo vegetativo es mínimo y la inmigración, motor de crecimiento, débil.

En cuanto a la vivienda nueva, en 2021 había en Toledo 2.521 vacías y 8.177 no principales, según el INE, y entre 2010 y 2021 se construyeron 3.662, con capacidad para 7.690 personas, más que el aumento real de población que fue de 2.960 personas en ese periodo. Parte de esas viviendas han servido, pues, más para facilitar traslados dentro de la ciudad e inversión en vivienda que para atraer a nuevos residentes, lo que explica el 20% de vivienda no principal. A su vez, los pueblos del área metropolitana han demostrado mayor dinamismo, entre 2010 y 2021 se han incrementado en 6.334 personas frente a las 2.960 de la capital, y lo mismo las viviendas nuevas, casi más del doble en los mismos años, 6.056 frente a las 3.662 del municipio toledano, con un porcentaje de viviendas no principales del 30,2 %.

Resulta así difícil pensar que ese crecimiento metropolitano se deba prioritariamente a una supuesta falta de suelo urbano y de viviendas dentro de la capital, ignorando atractivos reales de esas localidades: oferta de vivienda más barata, tamaño mayor de las viviendas, un parque residencial abundante de unifamiliares, calidad de vida y facilidades de acceso a los servicios y a la administración. Tampoco hay grandes diferencias de distancia con el centro de Toledo entre los pueblos más próximos y los nuevos barrios, en ambos casos, el automóvil es imprescindible. Por lo tanto, nada hace previsible que los residentes de esas localidades estén dispuestos a trasladarse a nuestro municipio por la creación de más viviendas. Y por último, a la hora de un nuevo POM, también hay que contar con los movimientos pendulares de trabajo entre Toledo y la aglomeración madrileña, y con la movilidad del turismo.

A la vista de lo expuesto es imperativo revisar las estimaciones de crecimiento poblacional y de nueva vivienda para el futuro, aun aceptando posibles crecimientos poblacionales y de demanda de vivienda, pero sin ignorar el potencial ya existente en Toledo y en su periferia, compatible y complementario, como en cualquier aglomeración. Por lo pronto, sería más coherente aprovechar los suelos urbanos existentes, dar seguridad jurídica y económica a los propietarios de viviendas vacías y no principales para que las saquen al mercado, desarrollar programas de oferta pública de vivienda, entre otros lugares, en el casco histórico, poniendo freno al desmedido crecimiento de los apartamentos turísticos y a su progresivo vaciamiento residencial y funcional. Desde luego, es imposible planificar ignorando la realidad poblacional, social, económica de los pueblos del área metropolitana y sus flujos de relación con la capital, lo que requiere concertación administrativa y apoyos de la Diputación y de la JCCLM.

Esperamos que lo dicho sirva para un “nuevo POM” reflexivo, sin precipitación, con estudios serios, profundos y actuales, que justifiquen las propuestas sin utopías especulativas, y más cuando ningún plan anterior ha sido capaz de ordenar el crecimiento de la ciudad, ahí están los conocidos barrios creados al margen de la planificación, de la mano de la especulación inmobiliaria y la iniciativa privada, legalizados luego por la fuerza de los hechos. Hoy, mientras llega ese nuevo POM, se puede seguir adecuando el actual a las exigencias que vayan surgiendo, pero sin amenazar valores patrimoniales, paisajísticos y medioambientales, que son parte de la cultura europea y como tales fueron defendidos en el Parlamento europeo en 2021 y 2022 por TSPyC,  con apoyo de la mayoría de los grupos políticos allí representados, entre ellos, los que actualmente detentan la responsabilidad de gobierno municipal.

La Vega Baja y La Peraleda son un mismo espacio cultural y medioambiental merecedor de conservación. La vista de la ciudad desde ese lugar y sus vestigios arqueológicos son soporte de identidad colectiva y razones por las que Toledo es Patrimonio de la Humanidad. Los toledanos se merecen un POM capaz de conservar sus valores patrimoniales, de recuperar el río como corredor de biodiversidad y de mejorar la conexión entre barrios con infraestructuras verdes, no con cemento y ladrillos, como el presentado en 2022 y al que parece se quiere dar “un lavado de cara”. Los decíamos ayer y lo repetimos hoy, otro POM es posible, reflexivo, resiliente y verde, y los partidos que rigen el municipio tienen la responsabilidad de sacarlo adelante, pero sin olvido de sus compromisos contraídos con el patrimonio y el medioambiente.