Ayer, se anunciaba la apertura al público de las visitas a la ciudad hispano-musulmana de Vascos, en este año 2022. después de haber permanecido cerrado durante los últimos tres meses por razones medioambientales.
Habíamos visitado el sitio hace varios años. Desde entonces se han realizado varias campañas de excavaciones arqueológicas, así que, como las visitas están limitadas, según se anuncia, sólo a los sábados hasta las 14:00 horas, decidimos montar una excursión improvisada, y volver para verlo de nuevo.
La longitud del camino de acceso, sin duda, es un factor importante para desanimar a cualquiera. Aunque la indicación para el acceso es clara en internet, justo en el cruce de Navalmoralejo, en sentido contrario a este, no estaría de más alguna señal indicativa en la carretera, ya que la única señal que nos muestra que estamos en la ruta buena, es un cartel "escondido" en el propio camino.
Por eso, no es raro que sólo hubiera dos coches más, además de nosotros, visitando el lugar, por lo menos a esa hora. Parece que todo está pensado para que el yacimiento no sea visitado. Sorprende, desde el primer momento, la falta de indicaciones. Se sabe que uno tiene que parar, y aparcar, porque una pequeña zona carece de vegetación de pastos, en torno a varias encinas, y porque hay un cartel con las normas de visitas, pero no existe ninguna indicación más. Una vez estacionado el coche, ayer, con el calor que hacía, debajo de la sombra de una encina, nos encontramos totalmente perdidos. Varias sendas, de la temporada pasada, salen en distintas direcciones, y no hay nada que señale cuál es el camino correcto. Como era de esperar cogimos el camino equivocado, y terminamos, al topar con la muralla exterior, infranqueable, saltando por las piedras, entre los pinchos del pasto, que empieza a estar seco, y que se nos clavaba en los pies.
Una vez localizado el camino correcto, una pequeña senda descendente y arenosa, debido a que probablemente corre por allí el agua cuando llueve, te permite acceder al interior del recinto amurallado. En plena primavera, la vegetación lo ha invadido todo, y de forma intuitiva superas la muralla siguiendo la pequeña vereda, aunque sin mucha convicción de ir por el camino correcto, hasta que finalmente puedes ver la muralla de la alcazaba, al fondo, y empieza a aparecer alguna estructura de viviendas, o el camino empedrado.
Habría sido de desear que, por lo menos, hubiera habido alguna preparación del sitio, limpiando algo los pastos, en las zonas excavadas, pero no es así. Eso unido a la falta total de señales, y de carteles informativos, aunque sean mínimos, no hacen la visita muy agradable. Si no te has leído antes algún artículo sobre el sitio, estarás totalmente perdido. En este punto, entre las viviendas de la época, no sabrás cómo acceder a lo alto de la alcazaba. Recordábamos que, desde su parte superior, hay una gran vista del río Uso y el embalse de Azután, así que, sabíamos que había que penetrar al interior de la fortalece, lo que conseguimos después de algunos intentos, cuando por fin vimos la gran mezquita, junto a la puerta de acceso.
Un yacimiento, sin duda espectacular, pero que precisaría un poco más de atención en cuanto a señalización de dirección y didáctica, para hacerlo atractivo. El calor, por otra parte, no ayudó nada a hacernos pasar un buen día. El caso es que, a nosotros, pasear entre ruinas nos encanta, pero, probablemente, cualquier otra persona saldrá de allí, después de haber recorrido el insufrible camino, totalmente decepcionada, sobre todo, si no consiguen acceder a la parte alta, y no ven las magníficas vistas.
Al fondo, en el río, puede verse la estructura que debía ser el puerto de atraque del famoso barco que compró la diputación para acceder al yacimiento por el agua, y que terminó subastado no hace mucho, sin que nunca llegara a funcionar. El camino de acceso al yacimiento desde este lugar, de madera, también se ve abandonado. 345.000 euros de barco, tirados a la basura, más el coste de la infraestructura. Todo ello, al parecer, por rivalidades políticas entre el PSOE y PP, en un cambio de legislatura.
Abandonando ya el lugar, pasamos por la zona de necrópolis, igualmente abandonada y sin señalización alguna. Sólo el que tenga una pequeña idea de cómo señalizaban los musulmanes sus tumbas, con pequeños cipos, puede distinguir en esa dehesa-monte, la gran cantidad de tumbas que se distribuyen a uno y otro lado del camino.
Una vez que conseguimos salir de nuevo a la carretera, aprovechamos para volver a visitar el Dolmen de Azután, que en la misma línea, después de muchos años que estuvimos allí, pudimos comprobar que no se ha hecho nada para mejorar el acceso al mismo. Hay que aparcar en un pequeño ensanchamiento en la carretera, a unos 200 metros del sitio, y caminar por la carretera (por suerte no circulan muchos vehículos), hasta encontrar la senda que lleva al monumento. Ni un cartel, ni una señal. No hay nada que indique que hay una tumba monumental neolítica. Y, al igual que en Vascos, nada de mantenimiento. Pasto y plantas de todo tipo crecen por doquier, y ningún cartel que explique algo el sitio, que sin duda lo merecería.
Una pena la poca atención que nuestras autoridades prestan a algunos patrimonios. Y, en este caso, se trata de sitios importantes. ¡Impresentable!
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Fotografías:
Ciudad Hispano-Musulmana de Vascos
Dolmen de Azután