Pocos metros más allá, detrás de la curva, la vía desaparece, fue desmantelada. El tren convencional desapareció para conectarnos directamente con Atocha por medio del AVE.
En 2005 circuló el último tren convencional entre Madrid y Toledo. Se ganaron 20 minutos en el viaje, y a cambio se perdió el enlace con Madrid a través de Aranjuez, y desde aquí con todas las conexiones que tenía esta ciudad, incluido el cercanías de Madrid, y también renunciamos a los trenes de mercancías, y con ello la dinamización económica que podía haber impulsado a la industria.
Nos vendieron el AVE como símbolo de modernidad, nos lo metieron por los ojos, apelaron a nuestro toledanismo, al privilegio que íbamos a tener, a lo importante que éramos que hasta nos traían el AVE mientras que ninguna ciudad de nuestras dimensiones contaba con él. Y nos metimos de cabeza, sin pensar en nada más.