Sol naciente sobre el Tajo
Oh Sol, padre nuestro,
aquí nos tienes de nuevo,
hincados de rodillas,
los brazos alzados al cielo.
Oh, Sol, vencedor de las tinieblas,
guarda a nuestros muertos.
Oh, ancestros, que viajáis en su seno,
recordadnos, protegednos.
Aceptad nuestras ofrendas;
el aroma de la primera carne
arrojada al fuego,
el polvo rojo sobre los huesos.
Oh, Sol, alzate en el cielo,
libéranos del mal,
inúndanos de luz,
calienta nuestros cuerpos,
que los campos florezcan de nuevo.
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