Mostrando entradas con la etiqueta Juan Manuel Rojas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Juan Manuel Rojas. Mostrar todas las entradas

Juan Manuel Rojas y Arturo Ruiz Taboada

Hoy ha tocado sesión doble. Dos pesos pesados de la arqueología toledana impartían sendas conferencias en la ciudad: Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo y Arturo Ruiz Taboada. En realidad la sesión era triple, ya que Jean Passini daba otra charla, casi a la misma hora, en el museo del Greco. Pero el cuerpo no da para tanto, así que he optado por las dos que me resultaban más atractivas. Así  da gusto, no saber a dónde acudir por exceso de actos. La pena es que todos se hayan acumulado en un mismo día, como si se hubieran puesto de acuerdo para contraprogramarse, y luego habrá muchos días sin acto interesante alguno.


A las 16:30, Juanma Rojas exponía su ponencia, "Evolución y cronología de los muros históricos toledanos" en el Aula Magna de la UCLM en el edificio Madre de Dios, dentro del congreso internacional "Revestimientos de fachadas en el Casco Histórico de Toledo". Como nos tiene acostumbrados, el arqueólogo y director del yacimiento arqueológica de Guarrazar, ha expuesto una magnífica síntesis, en media hora, de la evolución de la técnica constructiva muraria en Toledo, desde la época romana hasta la actualidad. Ha hablado de los materiales utilizados; el ganéis, el granito, la caliza, o el mármol, y la tierra, en forma de adobe o tapial, componentes estos de difícil conservación y detección arqueológica; de elementos constructivos que preferentemente son locales, lo que tenían a mano, si acaso del entorno inmediato; principalme se han construido los muros con mampusto,  a veces trabado con cal, pero otras muchas con barro, en función de la riqueza del promotor de la obra, o el uso que se fuera a dar al edificio, si se pretendía que fuese duradero o efímero; todos ellos materiales reutilizados a lo largo del tiempo en varias ocasiones, para construir o formar parte de otras obras, o que finalmente terminan desintegrados, como la tierra misma de la construcción, incorporada en la ruina del edificio hasta mimetizarse con el entorno; o convertidos en cal, como las calizas o el mármol,  en hornos exprofeso para volver a utilizarlos ahora con otra función, forma y características, en un ciclo de reuso continuo, lo que explica su escasez en los yacimientis; nos ha hablado de la técnica del "spolia", restos de edificios romanos o visigodos reutilizados en los primeros momentos de la conquista árabe; y del uso del mampusto y el ladrillo en el definido por él mismo y Ramón Villa, como 'aparejo toledano", y su evolución A, A1, B, C y D, a la largo del tiempo; o del rejuntado, sus tipos y características, y también de su evolución histórica.






A las 19:00, comenzaba la conferencia de Arturo en el Museo de Santa Cruz, organizada por la asociación "Amigos del Museo de Santa Cruz  ¡Vivo!,  titulada "La excavación del poblado de la Edad del Bronce de Montón de Trigo (Los Yébenes, Toledo, campañas de 2021 y 2022". 


Antes de entrar a la charla, me he entretenido paseando por el claustro del museo, a cubierto, mientras caía la lluvia, y sonaba el rumor de la fuente central del jardín. En la noche, el sitio tiene un encanto especial.









Mientras tanto, la "arqueología" sigue siendo la cenicienta del museo, limitada, incomprensiblemente, a las piezas de gran porte que se muestran en este claustro, cuando el resto de las magníficas colecciones siguen durmiendo el sueños de los justos almacenadas en cajas de oscuros almacenes (sin tener en cuenta el Museo de los Concilios, dedicado en exclusiva al mundo visigodo). Entretanto, a pocos metros, el espléndido espacio de Santa Fe, que fue rehabilitando con dinero público para servir de ampliación del Museo de Santa Cruz, y que pudo haber albergado un muy necesario museo arqueológico, disfruta de amplios espacios infrautilizados por una colección privada que nadie visita. Recordemos que fue entregado incoherentemente por Emiliano García-Page, mejor dicho, requisado a los ciudadanos de Toledo y concedido por el prócer a un coleccionista privado para que éste pudiera exponer su repertorio de arte personal, corriendo con todos los gastos la hacienda castellanomanchega, es decir, todos nosotros. Y, a pesar del evidente poco atractivo para el público del espacio expositivo, con escasísimas visitas, y un coste millonario que podría ser mucho más útil utilizado para mejoras en el resto de museos de nuestra ciudad, el gobierno regional sigue empecinado en mantenerlo a flote,  para lo que, incluso, no duda en entregar o ceder para exponer en ese espacio privatizado, la obra de Alberto Sánchez, consumando el presidente Page, así, otro expolio más a los toledanos. 

Pero volvamos a las conferencias. Arturo Ruiz ha hablado de las novedades en las excavaciones en este yacimiento de la Edad del Bronce, dentro del contexto del proyecto de investigación "Entre dos tierras: poblamiento y desarrollo cultural durante la Edad del Bronce en los Montes de Toledo", que a su vez formaría parte de de las investigaciones sobre el Bronce de la Mancha y del Valle Medio del Tajo.  Una investigación que intenta entender el sitio  aunando informaciones del territorio, del conocimiento del poblado en sí mismo, de la cronología y su comparación con otros sitios similares, de la subsistencia, de los propios materiales aparecidos, de  los intercambios a grandes distancias, o el simbolismo.


Como ha explicado Arturo, el año 2021 fue un poco decepcionante desde el punto de vista del impacto o repercusión mediático,  por la escasa entidad de los restos localizados y la falta de correlación con lo que, al parecer, indicaba el georradar, aunque no fue así desde el punto de vista científico ya que se obtuvieron datos muy relevantes. Sin embargo, ha sido en este segundo año cuando el yacimiento ha aportado grandes novedades. Siguiendo su intuición y los consejos que le dio Juanma Rojas, decidió excavar en las zonas donde era posible encontrar estructuras importantes por ser los sitios más vulnerables defensivamente del cerro donde se ubica el yacimiento. Y fue así como, tras un duro trabajo, con temperaturas extremas, su equipo consiguió localizar lo que interpretan como un corredor de acceso al poblado, flanqueado por dos potentes estructuras defensivas, todo ello con más de un metro de alzado conservado; además aparecieron muy interesantes materiales en hueso, bronce, enormemente desgastados en este caso, indicando que este material era escaso, o incluso marfil que habla de redes de intercambio a grandes distancias. Todos ellos materiales estudiados por su equipo durante el resto del año, en los laboratorios de la Universidad Complutense, a lo que hay que sumar toda una serie de análisis necesarios para entender el yacimiento, como son el Carbono 14, estudios de fauna, de los pólenes, de la procedencia de las materias primas, etc. Pero no sólo ha expuesto sobre el yacimiento, sino de su posible vinculación con las pinturas rupestres localizadas en el entorno, y la importancia de la difusión de lo descubierto allí, como una obligación o tarea imprescindible en todo trabajo de Investigación, para dar a conocer a la sociedad el yacimiento como fin último, que sirve, además, para concienciar de la necesidad de conservar y proteger el patrimonio que es de todos, y también de nuestros hijos.









Las expectativas para la campaña del año que viene son muy buenas. Se plantea completar la excavación del corredor de acceso y el cerramiento interior y exterior del mismo, a la vez que ampliar la intervención arqueológica hacia la zona interior del poblado con el fin de localizar estructuras de hábitat, donde es muy probable que aparezcan muy interesantes materiales.

"Emocionalmente, la Vega Baja, me duele"

Isabelo Sánchez

"Emocionalmente, la Vega Baja, me duele". Esas fueron las palabras con las que Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo, arqueólogo que trabajó mucho en el sitio cuando allí se quisieron construir 3.000 viviendas, entre los años 2001 y 2006, y que actualmente dirige el emblemático yacimiento visigodo de Guarrazar, en Guadamur, inició su conferencia.

Partiendo de los conocimientos previos sobre el sitio, pues ya se sabía de la importancia del lugar desde el siglo XVI, con documentos que hablan de la importancia de Vega Baja,  que llegan hasta el XVIII, hizo un recorrido por las intervenciones modernas, principalmente las realizadas por su equipo, desde los sondeos previos a la urbanización, allá por 2001, más de 200, en los que prácticamente todos mostraron resultados positivos, ratificando de esta manera los hallazgos antiguos y los documentos que hablaban de ello (dando a entender que no fue una sorpresa que se empezara a comprometer el proyecto urbanístico para construir viviendas, además de usos dotacionales y terciarios,  auspiciado por el Ayuntamiento y la Junta de Comunidades, mientras que intentaban tirar  para adelante, a toda costa, ignorando la realidad arqueológica); la actuación, simultanea, y agónica, en San Pedro el Verde 25, cuando ya casi había sido arrasado por completo el gran edificio que allí había,  los trabajos realizados en los viales de la urbanización, allá por 2003-4, y, por último, la excavación de algunas de las parcelas adjudicadas a propietarios particulares.

Teniendo en cuenta la geología del territorio, las fallas que determinaron el surgimiento y características del peñón toledano, el Cerro del Bu, la llanura de inundación del río, y el territorio al norte y al sur, Juan Manuel nos habló del poblamiento antiguo e intenso del territorio, vertebrado por las vías de comunicación. Aunque el cerro y el peñón, fueron poblados muy pronto, sin embargo, existen importantes asentamientos romanos en la zona de los montes, y sobre todo por toda la vega, muy interesante el de la zona de la estación del ferrocarril, en Santa Bárbara, mostrando que ya en esa época era normal el hábitat permanente de gentes fuera del Casco Históricos, es decir, que vivían fuera de la urbs.

Para entender el poblamiento tardo antiguo, es necesario tener en cuenta esos hábitats previos, los caminos antiguos que se fueron desarrollando desde entonces, y los conceptos o significados de civitas, urbs, y suburbium. De esta forma trató de poner de relevancia, el hecho de que la urbs toledana, la ciudad o espacio construido a partir del centro, durante el periodo que nos ocupa, podía ocupar unas 80 hectáreas, mientras que el suburbium (Vega Baja) que se crea a sus pies, con una estimación prudente, pudo superar las 140 hectáreas.

Este espacio, que empezó a poblarse, aunque débilmente, desde la prehistoria, tiene un importante crecimiento, ya desde época romana, cuando se instalan allí villas romanas o grandes edificios como el circo, que siguen utilizando, o crean, esas vías de comunicación antiguas, en torno a las cuales se configura el asentamiento, las importantes zonas cementeriales y, probablemente, algunos santuarios. Algunas de estas vías tienen un porte importante, aunque también existen viales secundarios, todos ellos atestiguados arqueológicamente, que justifican los ejes del urbanismo que se desarrollaría con los visigodos.

La importancia que adquiere el suburbio quedó atestiguada por el emplazamiento en el lugar del Aula Regia, o salón del trono, que supondría que Vega Baja, el suburbio toledano, se convirtió en el centro de poder del reino. Su presencia en el lugar está claramente atestiguada por las fuentes, no hay ninguna duda, y por la arqueología. Cuando en 2001, el equipo de Juanma se encontraba trabajando en los sondeos encargados por la empresa Vega Baja, previos a la construcción de la urbanización, detectaron el movimiento de máquinas en una parcela aledaña, fuera del ámbito del proyecto urbanístico. Allí, se iba a construir la clínica Fremap, y los arqueólogos quedaron asombrados al ver que, sin intervención arqueológica alguna, se estaban eliminando con una pala excavadora, restos que parecían de gran relevancia. Su denuncia paralizó la obra, y se inició una excavación arqueológica, en lo poco que habían dejado las máquinas. Muros de un metro veinte o metro treinta (como decían las fuentes), aparecieron a la vista, que claramente debían soportar bóvedas elevadas por lo menos a diez metros o más sobre el suelo. Es decir, se trataba de un gran edificio que, por sus características, sólo podría corresponder con un palacio o el aula regia; el centro de poder visigodo, probablemente vinculado con una basílica pretoriense, aun no descubierta, y unido con un gran vial de comunicación y/o procesional, con Santa Leocadia, centro del poder religioso. En torno a esta zona palacial, se levantarían otras importantes edificaciones, que fueron identificadas durante las excavaciones de 2004, organizadas en torno a grandes patios, extendiéndose, a partir de aquí, toda una nueva ciudad, cuyos límites, abarcarían toda la zona de Vega Baja, que actualmente está sin edificar, el barrio de Santa Teresa, el Poblado Obrero, y alcanzaría más allá de la Avenida de la Reconquista, y la Avenida de Barber, incluida la franja del Hospital Virgen de la Salud, sin poder determinar el límite por esta zona, aunque él mismo vio restos arqueológicos, que no fueron excavados, cuando se construyó el aparcamiento de la calle Bruselas.  En la importancia del lugar, es necesario tener en cuenta que Toledo, el suburbium, se convirtió, también,  en uno de los centros de poder religioso más importantes del momento, con la celebración, en la Basílica y en Santa Leocadia, de varios concilios, incluido el que le costó el reino, por enfrentarse al poder religioso, al rey Wamba. El lugar, habría estado habitado, entonces, débilmente en la prehistoria, de forma más importante durante el periodo romano, habría sido intensamente urbanizado en el momento visigodo, y mantendría el poblamiento durante el periodo emiral, y probablemente hasta el siglo X, cuando la ciudad se retrae hacia el interior de la muralla.

En definitiva, peculiarmente, Vega Baja, es un caso excepcional en Europa en la conservación de los restos de una ciudad de la Antigüedad Tardía, un lugar emblemático que ha sido olvidado por las administraciones, y que, dado su estado de abandono, permanece ajeno a la ciudadanía. Se trata de un espacio de gran potencial que precisa, en primer lugar, que sea protegido, pues plantas y árboles crecen sin control deteriorándolo cada día, y en segundo lugar, que sea puesto en valor, no en su globalidad, por la dificultad de excavar todas las hectáreas que tiene el sitio, y de realizar después un mantenimiento de las estructuras afloradas para que no se deterioren, pero sí que sería posible excavar y poner en valor alguna zona o zonas,  de forma que la ciudadanía pudiera valorar lo que realmente hay ahí. El resto de espacios, las zonas de menor valor arqueológico, podrían convertirse, por ejemplo, en jardines, por ejemplo de aromáticas, que no tienen grandes raíces que destruyan los restos, para que el espacio pueda ser disfrutado por los ciudadanos. Pero esta conservación, y puesta en valor, depende de la sociedad, de la ciudadanía. 

Para finalizar, puso en relación o comparó, el esfuerzo que, con muy pocos recursos, se viene haciendo en Guarrazar, un lugar que, en 2013-2014, estaba casi desaparecido, y que con mucho trabajo está aflorando poco a poco, y que cada vez es más apreciado por los ciudadanos, gracias a la puesta en valor que se está realizando allí, principalmente con los niños, que son en quiénes hay que incidir para que se valore el pasado. Guarrazar, en Guadamur, aunque se muestra como un lugar importante del mundo visigodo, se encuentra a diez kilómetros de Toledo, en medio del campo. Si ese trabajo, ese proyecto, que él personalmente ofreció a la administración local y regional, antes de hacerse cargo de Guarrazar, se hubiera realizado en Toledo, en la capital, donde las personas pueden bajar a la Vega Baja, andando, el éxito en cuanto a la difusión y valoración del patrimonio, habría estado garantizado, desde hace varios años, y su futuro estaría garantizado desde hace mucho tiempo, lo que le lleva a ese dolor emocional, por el tiempo y las oportunidades perdidas.

En mi opinión, está claro que Vega Baja necesita un proyecto o un plan, pero no un plan urbanístico, sino uno de protección y puesta en valor, que aleje definitivamente la sombra del ladrillo, o las intervenciones u ocurrencias puntuales. Es necesario, como puso de relieve el conferenciante, sacar toda la información que existe sobre el sitio, que es mucha (él mismo cuenta con una estantería completa llena de documentación sobre Vega Baja), y trabajar en ella, para, a partir de aquí, poder tomar las mejores decisiones sobre el lugar. 

Son muchos los años de abandono de Vega Baja, en mi opinión propiciados interesadamente por las administraciones que deberían haberlo cuidado y puesto en valor, sin duda, porque siempre albergaron el deseo de llenar todo ese espacio de asfalto y ladrillo (que ya lo tienen lleno de coches), en una política absurda e insostenible, de crecer y quemar suelo, sin ton ni son, en un contexto de crecimiento poblacional cercano al cero; en lugar de rehabilitar viviendas, regenerar espacios degradados e intentar proporcionar a los ciudadanos entornos agradables y calidad de vida. Qué mejor entorno que poder pasear con la vista de la ciudad amurallada al fondo, entre jardines fragantes, y bellas ruinas que nos hablan de un pasado brillante y glorioso. 

Aunque parece que, finalmente, gracias otra vez, como en 2006, a la presión ciudadana (que sus intenciones eran claramente otras), Vega Baja puede estar salvada (ya veremos finalmente ese POM cuyo avance llevan anunciando tanto tiempo y que mantienen oculto a la ciudadanía), no nos olvidamos de La Peraleda, ese espacio al otro lado del río, que claramente pertenece al mismo espacio geográfico, que perteneció en el pasado a la misma unidad cultural, y que se encuentra dentro del espacio protegido por UNESCO, cuando declaró la ciudad de Toledo patrimonio de la Humanidad. Parece que, vistas las dificultades para construir en la Vega (su obsesión), la administración local y regional, han virado su objetivo hacia ese otro espacio que, excepcionalmente se ha salvado del urbanismo feroz en los momentos de mayor fuerza de la burbuja del ladrillo, pero que ahora, puede volver a estar en peligro, mucho más de lo que lo estuvo en 2007, con aquél POM salvaje; ya que el pistoletazo de salida para llenar de ladrillo y asfalto ese espacio lo han dado ya, con la ubicación en el sitio del cuartel de la Guardia Civil, en un claro intento de liquidar la cuestión, con la ayuda o el impulso de la implantación en el sitio de una institución querida por muchos ciudadanos (es decir, la utilización política de esta institución), para que así existan menos obstáculos a sus deseos y ocurrencias.

Sólo una última reflexión. La serie de conferencias que ha organizado la plataforma “Toledo. Sociedad, Patrimonio y Cultura”, es de gran interés para comprender la relevancia y valor para la ciudadanía, de lo que las administraciones local y regional han denominado, en su famoso convenio “Sitio histórico y natural de la Vega Baja de la Ciudad de Toledo”.  En las mismas, participan grandes expertos en geografía, paisaje, educación, y arqueología. Los gestores públicos que tendrán la misión futura de proteger y dar a conocer este espacio, deberían, para poder tener una visión clara e informada de lo que se puede o debe hacer en el lugar, por lo menos, estar presentes en este tipo de eventos. Conocemos la gran afición por la fotografía de nuestros gobernantes; en la inauguración de cualquier tipo de mobiliario público, empresa privada, o evento, ya sea realizado por la propia administración, o como políticos adosados para la foto, con el eslogan de que “el ayuntamiento apoya”; pero creemos que es aquí donde hay que estar, donde se debate el futuro de aspectos importantes de la ciudad, como es en este caso Vega Baja, haya o no haya foto, para aprender, para ilustrarse, para que nos ilustren a los ciudadanos y para que respondan a las preguntas y dudas de estos. Todos sabemos que no tienen ningún plan de ciudad, y así es difícil tomar decisiones acertadas. Por lo menos podían informarse.  Ayer, entre los asistentes a la conferencia, estaban varios representantes de la corporación municipal, en concreto, de Izquierda Unida-Podemos, del Partido Popular y de Ciudadanos, lo que hizo que resaltara más, aunque viene siendo normal, la ausencia de representantes del PSOE.  


Estas son las conferencias que quedan:



Guarrazar



Si quieren aprender historia, de verdad, de la que se graba en la mente y se recuerda, y que ayuda a entender mejor el mundo en que vivimos, visiten el yacimiento arqueológico de Guarrazar, en Guadamur, a apenas 10 kilómetros al sur de Toledo.

Las piedras no hablan por sí mismas. Son los arqueólogos los que las dan voz. Subidos a hombros de gigantes, del trabajo de otros arqueólogos o investigadores de múltiples disciplinas que les precedieron, levantan cuidadosamente los estratos de tierra polvorienta que encierra los objetos distinguidos que estuvieron en uso alguna vez, para intentar reconstruir desde nuestro presente, un mundo que ya no existe. Luego escudriñan archivos, buscan paralelos, comparan, se asombran, imaginan, lanzan hipótesis y las descartan, para buscar el cuándo, el cómo y el porqué, en una eterna rueda que pretende acercarse cada vez un poco más a la verdad, dar sentido a las cosas, que sean posibles. Todo para reconstruir los gestos, las motivaciones, las ideas, de las personas que colocaron allí esas piedras, las abandonaron,  las derribaron, o las saquearon, para volver a levantarlas, poco después,  con otra forma, otro sentido, en un reciclaje sin fin.



Parece mentira que el sitio donde se encontró el Tesoro de Guarrazar, en 1858, permaneciera prácticamente abandonado, y sin que nadie se preocupara por él, hasta este último decenio, cuando Juanma Rojas, que de niño miraba las coronas votiva de Guarrazar en un libro de historia, sin entenderlas, se encontró de pronto con la posibilidad de hacerse cargo de la dirección de este sitio emblemático, y no pudo hacer otra cosa que lanzarse, porque ¡era Guarrazar! 

En muy pocos años, partiendo casi de la nada, porque nada era visible en Guarrazar cuando llegó allí por primera vez en 2011, invirtiendo sus ahorros, y con muy poca ayuda pública, está obteniendo unos resultados asombrosos desde el punto de vista histórico, y espectaculares desde el de la puesta en valor. Porque nada tiene sentido, si la sociedad, al final, no tiene acceso, o no puede disfrutar del patrimonio y el conocimiento. El trabajo en el sitio, no sólo arqueológico, sino para hacer de él un lugar visitable y accesible, es impresionante. Hay muchas horas de trabajo echadas por el arqueólogo y sus colaboradores para que puedan llegar allí los visitantes, aunque tengan alguna discapacidad, o sean los niños, recorrer el lugar cómodamente, y aprender. 



Sólo después de un inmenso trabajo, y de una experiencia de más de 30 años como arqueólogo, puede hacerse hablar a las piedras como lo hace Juan Manuel Rojas. De verdad, no se lo pierdan. 

De la nada, de la historia tradicional y asumida sin reflexión de que las coronas fueron escondidas en Guarrazar cuando los godos huían de la invasión islámica, en ese lugar, precisamente porque era irrelevante, porque pasarían desapercibidas, Juanma está haciendo aflorar un lugar que, cada vez es más evidente, por la entidad de los edificios que están apareciendo, era un sitio singular, y bajo la luz de esa nueva realidad, la historia, incluida la de la ocultación del tesoro por gente que escapaba desde Toledo, cambia totalmente.



Y aquí es cuando Juan Manuel Rojas, en el sitio donde tuvieron lugar los hechos que relata, adquiere otra dimensión. Yo, que he leído sus artículos, y lo he escuchado en  varias conferencias, puedo decir que la historia adquiere otra dimensión cuando te la cuentan en el yacimiento, y en la noche, estrellada, acompañado por los sonidos de la fauna nocturna y de un saxo, mucho más. 



Plantado allí delante, como un maestro de ceremonias, él es arqueología, y la arqueología es él. Todo se funde en una sola cosa. Pasión por la historia, por el conocimiento, y porque lo que sabe, que es mucho, no se quede sólo en su mente. Cuando lo cuenta, cada piedra está donde debe estar, tiene su sentido. Cómo llegó allí, de donde, por qué en esa posición y no otra, por qué desaparecieron, quién se las llevó, lo que pensaban las personas que las colocaron, las ideas, sus creencias, lo que sentían. La fuente explica todo, el origen, el alfa, el porqué del sitio, el valor que daban al agua los antiguos, que nos sirve para reflexionar sobre la poca importancia que la damos ahora, cuando la hacemos brotar de un grifo, con sólo un gesto. El sol sale por donde debe salir, y el peregrino se sumerge de espaldas en el agua purificadora mirando al lugar por donde cada día el sol da la vida. Todo lo demás va tomando sentido entonces, el hospital de peregrinos, el monasterio, y la gran basílica de Santa María de Sorbaces. Juan Manuel Rojas pasea por su nave central, en dirección hacia el altar y el ábside, mirando al este. Imagínenlo caminando sobre un suelo de mármol reluciente, realmente entre cascotes ásperos de la ruina. ¡Pero qué bella ruina! Según se aproxima fantaseo que enseña una corona votiva que sostiene en las manos, símbolo de su sumisión a Dios,  al rey de reyes, mientras clavo una rodilla en el suelo en señal de respeto. Al acercarse, subo tímidamente la mirada y puedo ver que la corona tiene una leyenda en colgantes, y leo,  "Recesvinto". Porque el Rey, realmente estuvo allí. Una de las pocas veces que se puede decir esto con casi total seguridad. 

Sólo cuarenta años después, el imperio más poderoso del occidente mediterráneo se derrumbó inesperadamente, haciéndonos ver lo rápidamente que puede cambiar el mundo o qué frágil es. El tesoro estaba donde tenía que estar.

Mientras, a apenas unos kilómetros, el imperio del mal gusto y la banalidad, del desprecio por el medio ambiente, llena de ruidos estridentes, y rayos de luces, la hasta entonces, maravillosa noche. El omega, el final, la decadencia...


Isabelo Sánchez


Las joyas de la corona visigoda. El Tesoro de Guarrazar

Interesante artículo de difusión sobre el Tesoro de Guarrazar, escrito por el arqueólogo y director del yacimiento arqueológico de Guarrazar, Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo. En él se cuenta la historia del descubrimiento del tesoro, su desmontaje y venta, y su recuperación desde Francia, durante la Segunda Guerra Mundial. Una historia de película. También incluye la historia de las excavaciones arqueológicas, las primeras interpretaciones, y los avances y descubrimientos que se han realizado en los últimos años que han llevado a los investigadores a concluir que Guarrazar fue un Santuario Regio, y que las coronas votivas, al contrario de la teoría tradicional, que explicaba que las joyas habían sido trasladadas desde Toledo y escondidas en el sitio durante la invasión musulmana en el 711, siempre habían estado allí, porque fue el lugar donde los reyes godos las depositaron como ofrenda. 

Aunque tenemos costumbre de colgar mayoritariamente artículos digitalizados y/o de Acceso Abierto, también es necesario que la industria cultural obtenga beneficios para que pueda seguir ofreciéndonos trabajos y cultura, por lo que os animamos a ir al kiosko a adquirir este interesante número 197 de la revista "Historia National Geographic", donde aparte del artículo sobre el Oro de los Visigodos, podréis leer otros artículos muy interesantes sobre historia, que os ayudarán a sobrellevar el encierro. 
Para saber más sobre Guarrazar-Sorbaces y los Visigodos, os invitamos consultar en nuestro blog las entradas correspondientes a "Guarrazar" y "Visigodos".

¡Hagan caso a los expertos, por favor! Juan Manuel Rojas “Importancia del legado oculto en la Vega Baja de Toledo”

Isabelo Sánchez
Plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura"

Nos encontramos en plena marabunta de declaraciones, contradeclaraciones, informes y déjà vu de 2006. Nuestros representantes, a pesar de hablar desde una posición ideológica totalmente contraria, ¡asómbrense!,  siguen diciendo lo mismo que decían los de entonces cuando “toparon” con el yacimiento de Vega Baja, aunque muchos ya sabían lo que había allí. Cojan ustedes las declaraciones de entonces y las de ahora (pueden ver un repertorio de estas declaraciones en la página del blog que estamos llenando de información desde la Plataforma “Toledo.Sociedad, patrimonio y cultura”, “Vega Baja. Prensa”), y si no miren la fecha y el nombre del político de turno que realiza las declaraciones, no podrán distinguir si están en 2006 o en 2019. Y es que, ellos, “siempre cumpliendo la ley”, estuvieron a punto en aquél entonces de destruir la capital del reino visigodo e, incomprensiblemente, más de 13 años después, con un conocimiento mayor, los de hoy, están en la línea de hacer lo mismo, también “cumpliendo la ley”. De igual manera, lean las declaraciones de los “interesados” económicos en ese espacio. También son calcadas. Como entonces, hoy, un grupo de ciudadanos particulares son los que han dado la voz de alarma, y puesto todo patas arriba.



A lo largo de los años muchos no entendían cómo, después de tantos años de la paralización del proyecto urbanístico por el presidente Barreda en 2006, se seguía manteniendo la edificabilidad de ese espacio, encima de la zona protegida como BIC en el POM 2007, y del resto de la vega, protegida a su vez, en la carta arqueológica. Pero parece que la cosa está clara: se mantenían, porque la intención siempre ha sido edificar ese espacio, sólo necesitaban tiempo para que la sociedad se olvidara, o se cansara de ver la vega totalmente abandonada. Cuando en 2018, una vez anulado definitivamente ese plan urbanístico, Milagros Tolón volvió a recuperar las 1.698 viviendas que contenía aquél sobre los BIC’s, ahora, en una Modificación Puntual, la 28, del Plan de 1986; y los usos terciarios y dotacionales para el resto de espacios libres, que como todo el mundo sabe, también son el mismo yacimiento, muchos se quedaron petrificados, o empezaron a entender. La analogía entre unos tiempos y otros sólo tenía una pequeña quiebra, que nos podía hacer pensar, si hubiéramos viajado en el tiempo, en haber desembarcado en una realidad paralela. Mientras que entonces prácticamente todos; los ciudadanos, y las organizaciones o fundaciones toledanas, fueron de la mano en la denuncia del expolio que se estaba cometiendo, hoy, sin embargo, algunos habían bajado el tono, vaya usted a saber por qué motivo, y admitido la generación de plusvalías (construcción) con el fin de dar viabilidad al proyecto cultural. Afortunadamente, un manotazo en la mesa de la prensa nacional, y las organizaciones internacionales, o el protagonismo que está alcanzando la sociedad civil a través de la plataforma “Toledo.Sociedad, patrimonio y cultura”, que son los que nos hemos movido y presentado una primera denuncia por expoliación ante el ministerio de cultura, les ha hecho, al parecer, reconsiderar su posición, y virar hacia una postura más crítica con el nuevo despropósito.



La intención política parece clara. Primero en la plasmación legal de esta en la Modificación Puntual 28, recuperando la edificabilidad para este espacio (no vale decir que no se van a construir 1.300 viviendas, lo que se plasma en el papel, y se firma, es la realidad, lo demás, son cantos de sirena), como decíamos, ya existente en 2007, y segundo, en las declaraciones realizadas, en primer lugar, minusvalorando los restos arqueológicos existentes en el sitio, y luego, diferenciando entre lo que hay dentro y lo que hay fuera del BIC, como si se tratara de cosas distintas, o este hubiera sido bien definido en su momento en base al conocimiento científico y el sentido común (algo que no se hizo), o no estuviera al borde de la ilegalidad por carecer del entorno de protección obligatorio. Por último, el argumento que se da es que se va a cumplir la ley, un mantra que machaconamente repitió Molina en su momento, y nos llevó a donde nos llevó. En este contexto, me parece indispensable para que puedan tomar decisiones, y hacer planes, que nuestros responsables políticos (aunque parece que quieren empezar la casa por el tejado una vez más), conozcan la realidad de Vega Baja, aunque da la impresión de que no quieren saberlo, y prefieren mantener la cabeza, como el avestruz, bajo tierra, por si acaso. Ellos verán. La realidad de Vega Baja está ahí, al alcance de la mano. Lo ideal sería que se realizaran prospecciones geofísicas, sondeos y excavaciones, pero en tanto hacen esto, estaría bien que escucharan a los expertos, como en este caso que nos ocupa, con la tertulia  organizada por el Ateneo de Toledo, que viene en el mejor momento posible, a cargo del arqueólogo toledano, Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo, titulada “Importancia del legado oculto en la Vega Baja de Toledo". He intentado recoger las ideas principales que el arqueólogo desgranó a lo largo de su charla. Algunas palabras son textuales, otras son percepciones del autor de este artículo, y algunas, por último, son interpretaciones, por lo que a pesar de que estas notas tratan de contar un poco lo que se dijo ayer tarde, no deben entenderse como que recogen la transcripción literal de la charla. 

Juan Manuel Rojas tiene a sus espaldas un número asombroso de intervenciones arqueológicas. Como todo el mundo sabe, desde la aprobación de la Ley de Patrimonio Histórico Español el número de intervenciones arqueológicas en España se disparó, y esto, claro está, produjo el descubrimiento de muchos nuevos yacimientos, lo que no ha solido ir en consonancia con la generación de conocimiento, al no existir una investigación e interpretación paralela de los datos obtenidos, o no estudiarse los materiales. Es decir, en la mayoría de los casos, los restos arqueológicos han quedado ocultos en el subsuelo, o desmontados para dejar paso a la construcción, las memorias de las excavaciones se guardan en un archivo, y la mayoría de los materiales se acumulan en las cajas de un almacén en los museos, además de que la actividad de difusión patrimonial por parte de la administración, es muy reducida. La sociedad, a pesar de ese boom de descubrimientos, no está recibiendo la parte que le corresponde en términos de poder disfrutar de los yacimientos, de los materiales en exposiciones de museos, o de la información en publicaciones accesibles a todos.   En ese contexto he tenido la oportunidad de leer algunas de las memorias o informes que redacta Juan Manuel Rojas, y gran parte de ellas son auténticas maravillas, aparte de que, además, ha dedicado gran cantidad de tiempo y esfuerzo a publicar sus intervenciones arqueológicas en un buen número de las principales revistas científicas españolas, algo a lo que las empresas de arqueología no están obligadas. En los últimos años, además, como todo el mundo sabe, consciente de la importancia y el valor de la difusión del conocimiento, porque sólo se puede valorar aquello que se conoce, se ha embarcado en un proyecto de investigación en el yacimiento de Guarrazar, financiado, mayoritariamente, con su dinero personal, que ahora, después de varios años, empieza a arrojar frutos, tanto en términos de descubrimientos asombrosos, como del número cada vez mayor de personas que visitan el sitio, y lo más importante, los niños con sus colegios. Curiosamente, según manifestación del propio arqueólogo, este mismo proyecto de Guarrazar lo ofreció a los responsables políticos de entonces en la ciudad de Toledo, y no le hicieron caso alguno, tal vez porque si se hubiera realizado lo que prentendía Juan Manuel Rojas, se habría hecho evidente la importancia y realidad de Vega Baja, mientras que manteniendo todo abandonado u oculto, los ciudadanos no pueden comprender la realidad del yacimiento. 

Juan Manuel Rojas realizó sondeos y excavó en una gran parte del yacimiento de Vega Baja desde el primer momento, y en el año 2009 realizó también sondeos arqueológicos fuera de lo que fue calificado como BIC,  por lo que sus palabras deberían ser tenidas muy en cuenta a la hora de hablar de patrimonio arqueológico en general, y de la Vega Baja en particular. Conozco a Juanma prácticamente desde sus primeros momentos cuando empezó a trabajar en excavaciones de urgencia, en aquél entonces siempre acompañado por Ramón Villa.  Cada vez que lo veía trabajando en la calle me paraba a charlar con él, algo que suelo hacer, todavía, cada vez que nos cruzamos, porque es un pozo de conocimientos,  y a mí, desde la ignorancia de alguien que no conoce todos los detalles de las situaciones concretas, y teniendo en cuenta que en todos los lugares cuecen habas, siempre me ha parecido un arqueólogo que dice lo que tiene que decir según la deontología profesional. Y esto, a pesar del modelo de tutela patrimonial que obliga al promotor a pagar al arqueólogo, que se convierte así en un asalariado de aquel, cuyo interés principal, la mayoría de las veces, es que no aparezcan restos, que los que aparecen no tengan importancia, y que la excavación se realice en el menor tiempo posible para liberar el terreno, y que a su vez debe presentar sus informes ante la Consejería correspondiente, es decir, que siempre se encuentra entre dos fuegos. Por eso, tal vez, como le he escuchado decir alguna vez, en su mochila acumula muchas cargas, o no sé si decir, causas perdidas, arqueológicas, porque el poder, económico o político, siempre es mucho poder (esto último lo digo yo y que cada uno interpreta lo que quiera), que termina con el enterramiento en el subsuelo, sin acceso, el  desmontaje o destrucción, de un número importante de restos arqueológicos, que tal vez habrían merecido ser conservados. Por eso, no le duele en prenda contar en voz alta, por ejemplo, la sorpresa que le produjo cuando en 2001, el informe de los sondeos que había realizado abarcando todo el espacio del proyecto urbanístico de Vega Baja I, mostrando que el yacimiento se extendía por la mayor parte de los terrenos del proyecto urbanístico, se encontraban todavía en la consejería correspondiente, y , sin que al parecer esta se hubiera pronunciado, lo llamaron para iniciar los trabajos arqueológicos de los viales porque la urbanización iba a comenzar. Es decir, si los sondeos mostraban lo que mostraban, habría sido necesario replantear el proyecto, o repensar lo que se iba a hacer,  y,  sin embargo, se arrancó la urbanización a toda prisa. Por no hablar, por ejemplo, de la desaparición, bien por haber quedado enterrado, o porque los restos fueron desmontados en parte, del que tal vez fuera el edificio más importante de todo este territorio, el Pretorio o palacio de los reyes visigodo, debajo de la actual clínica de FREMAP.  O el estupor que  produjo ver cómo las máquinas cortaron el yacimiento de parte a parte eliminando todos los restos arqueológicos para colocar un colector de grandes dimensiones, cicatriz que todavía puede verse hoy en día. Y esto sólo con respecto a Vega Baja, que si abrimos el abanico a todo el territorio de la comunidad, el panorama puede ser desolador.  Además, las agresiones al patrimonio y el paisaje de la Vega no han dejado de sucederse a lo largo del tiempo hasta el momento actual, como podemos comprobar con la construcción de unos bloques de pisos, pegando un nuevo bocado al yacimiento de Vega Baja, y dañando gravemente al paisaje protegido de este sitio, o la intención anunciada de construir el cuartel de la Guardia Civil en pleno yacimiento.


Durante la charla, Juan M. Rojas resaltó lo que nos estamos jugando en Vega Baja, que atañe a todos los ciudadanos y políticos, porque estos también son ciudadanos, y no sólo los de Toledo, porque el patrimonio es universal. Y es que en el pasado no existía la sensibilidad y reconocimiento que existe ahora para proteger el patrimonio. Entonces era normal que este fuera destruido o reciclado para levantar nuevas edificaciones, pero los tiempos han cambiado. La nueva sensibilidad tiene que ver con el crecimiento del nivel cultural y el aprecio por nuestro pasado. Esta conciencia y conocimientos nos permiten conocer o entender cada vez mejor el mundo en que vivimos, lo que pasa hoy en día. Pero para que exista esa sensibilidad es preciso tener un conocimiento previo, por eso es tan importante que los ciudadanos puedan ver los restos y disfrutarlos, para que puedan valorarlos. En este sentido, ese abandono que ha sufrido Vega Baja, esa falta de interés por conocer, por poner en valor el sitio, estaría en la línea de mantenernos ignorantes de la realidad, y por lo tanto para que no demos la importancia o el valor que realmente tiene ese patrimonio.  A pesar de todo “Las circunstancias históricas han propiciado que Toledo preservara la Vega Baja, casi virgen, como un espacio único en Europa”, y eso no se debería perder. 

Según el arqueólogo, el impacto del urbanismo actual (infraestructuras, materiales de construcción, vehículos, etc.,) nada tiene que ver con la ocupación humana en el pasado. En el mundo antiguo, los materiales de construcción eran la piedra natural del sitio, madera, y barro (adobe o tapial). Con el tiempo ese barro se deshizo, y las ciudades se superpusieron unas sobre otras con un impacto mínimo sobre su entorno. Dado ese impacto, es necesario que se piense mucho lo que se hace, porque la huella que estamos dejando es tremenda. 


Simultáneamente a estas reflexiones realizó un recorrido por la génesis de la roca sobre la que se asienta la urbe romana y visigoda. El río, que aprovechó la existencia de una falla para penetrar por ella, acabó por aislar el peñón, generando un lugar excepcional desde el punto de vista estratégico, ideal para el hábitat humano, y con pocos paralelos en el mundo. Pero a esa roca o peñón sobre la que se asienta la ciudad, no se la puede desligar de las vegas que el río generó a su vez, tanto al este como al oeste. La ocupación histórica a todo lo largo y ancho de esa vega fértil, la alta y la baja, es muy importante, y no sólo se ocupó el cerro. Son muy numerosos los yacimientos aflorados, y el arqueólogo hizo un recorrido por alguno de los más interesantes, como la Villa Romana de la Fábrica de Armas, con sus valiosos mosaicos, la gran Natatio, o establecimiento termal, de Cabrahigos, o la Villa que debió ubicarse en la Casa de Campo, y otros restos que muestran que el poblamiento de estas vegas debió de ser intenso, y mayor aún la ocupación de lo que conocemos como Vega Baja, con indicios de que se ocupó desde la prehistoria, pero más intensamente desde el periodo Romano, alcanzando su máxima extensión, probablemente con los visigodos, y llegando aproximadamente hasta el siglo IX, cuando los musulmanes empezaron a abandonar el espacio, que fue adquiriendo su configuración previa a la actual, de vega dedicada a cultivos.


La amplitud de lo que J.M. Rojas dibuja en un mapa como “suburbium” nada tiene que ver con el espacio que actualmente delimitan los BIC’s declarados,  desbordándolos claramente por todas partes y dejando claro que Vega Baja, el yacimiento, es mucho más y no tiene nada que ver con el espacio que está protegido con esa figura de protección. La ciudad, la “urbs” allá en lo alto, tenía su extensión natural, tres veces más grande que esta, en el “suburbium”, que era la ciudad, debajo de la ciudad.  Es cierto que puede haber espacios vacíos, pero esos espacios, en lugar de llenarlos de bloques de viviendas, tal vez son una oportunidad para crear un sitio donde puedan convivir los restos arqueológicos, con jardines y paseos que podríamos disfrutar todos los ciudadanos. Habló de los caminos históricos, y cómo los seres humanos, que en el pasado hacían las cosas con sentido común, mientras que ahora, muchas veces no sucede lo mismo, llevaron esos viales por los lugares lógicos más favorables en función de la topografía, y cómo se asentaron en torno a ellos, y la importancia que adquirió el comercio gracias a esas vías de comunicación. Esos caminos históricos son perfectamente visibles hoy en Vega Baja, algunos con tanta entidad, en cuanto a su anchura y la profundidad de las capas que servían para darlos estabilidad, que podríamos hablar de autopistas de la antigüedad. Para el arqueólogo, el lugar de Vega Baja tiene una gran importancia, y es fundamental para el conocimiento de la historia, ya que era claramente la capital del reino visigoda, desde la que se ejercía el control por todo el territorio actual de España, y parte de Francia. La época visigoda, a pesar de haber sido conocida durante mucho tiempo como los siglos oscuros, es, sin embargo, una etapa vital y de gran importancia para nuestro país, y para Europa, y lugar excepcional que el azar ha hecho que llegue hasta nosotros en relativas buenas condiciones, que es la envidia de investigadores  y amantes de la cultura de todo el mundo. Por eso, el yacimiento de Vega Baja trasciende la cuestión local, su conservación no sólo es importante para los toledanos, sino que su valor se encuentra también en el contexto europeo o internacional.



Esa importancia del lugar hace que desde el punto de vista económico, incluso, adquiera una dimensión que supera, tal vez con creces, la visión del que sólo ve en ese lugar un sitio vacío que hay que llenar de pisos para rentabilizarlo económicamente. El yacimiento, bien gestionado, sería un lugar de disfrute y de calidad de vida para los ciudadanos locales, pero también un lugar a donde vendría mucha gente de visita, un núcleo de atracción de turismo. Pero para que ese recurso sea real es necesario conservarlo, no sólo en el aspecto arqueológico, sino unido o de forma inseparable del paisaje, de esa visión del casco histórico desde las vegas que actúa como el fondo de un escenario impresionante, y del conjunto que forman el casco histórico, las vegas y el río.  

Finalmente se inició la tertulia propiamente dicha. En la capilla del antiguo Hospital de San Pedro, hoy convertido en sede de múltiples asociaciones y organizaciones culturales, con el nombre de “Centro cultural Cisneros”, se dio cita un nutrido grupo de personas que llenaron el sitio por completo, a pesar de tener lugar en ese mismo momento más actos culturales en otras partes de la ciudad, lo que da muestra del interés que despierta el tema. Aunque los comentarios y preguntas no cesaron, y el presidente del Ateneo tuvo finalmente que dar por finalizada la tertulia porque esta no terminaba, quiero destacar la reflexión que realizó el profesor Antonio Zárate con respecto a que, independientemente del valor arqueológico que indudablemente tiene el sitio, para él, y para los demás, incluido J.M. Rojas, está claro que es absolutamente imprescindible que arqueología y paisaje vayan de la mano, ya que sólo podrá preservarse el lugar si se consigue vincular el sitio arqueológico con el paisaje, que es un valor que además se encuentra protegido. Otros contertulios hablaron de la sensibilidad que existe hacia el patrimonio en otros lugares, de la barrera que supone la senda que se ha construido recientemente, tapando restos arqueológicos, para la interpretación futura del yacimiento, la posibilidad o no de poner plantas en el lugar y cómo afectan estas al yacimiento, de la ilegalidad de que el BIC carezca de entorno de protección, o de la delimitación incorrecta del mismo, ajustada milimétricamente al proyecto urbanístico y no a la realidad arqueológica, o de la extensión real que ha sido sacada a la luz hasta ahora, etc. En relación a este último aspecto hay que resaltar la respuesta dada por Rojas: apenas se ha excavado, en extensión, el 25 o 30 % del espacio, pero es que, en profundidad, sólo se ha alcanzado el 10 %, es decir, sólo ha aflorado la capa superior, mientras que el 90% del yacimiento, permanece bajo el subsuelo. 



En suma una tertulia muy interesante, y productiva, de la que nadie salió sin haber aprendido algo nuevo, y probablemente más convencidos que nunca de que es necesario hacer todo lo posible para preservar este sitio único, con la idea, como repitió Juanma Rojas en varios momentos, de que “El conocimiento de la historia resulta, cada día, más imprescindible para entender el presente y plantear el futuro”. Finalizó la tertulia con esta sentencia que deberíamos grabarla a fuego en nuestras mentes: “su conservación y puesta a disposición de la sociedad, depende de los ciudadanos”.