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Museo de Santa Cruz. Arqueología. Ciclo de conferencias de otoño 2023

19 octubre

"Niños de la Edad del Bronce: los enterramientos de Las Mayores (Numancia de la Sagra, Toledo)". Rosa Barroso Bermejo

9 de noviembre
"La desaparecida iglesia de San Martín de Tours". Julián García Sánchez de Pedro

15 de noviembre
"La intervención arqueológica de la universidad de Santa Catalina". Arturo Ruiz Taboada

30 de noviembre
"Sistemas defensivos en el Toledo andalusí". Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo

Conferencias en el Museo de Santa Cruz 19:00 horas



Museo de Santa Cruz. La cultura no se vende

Unas cien personas, de todos los ámbitos de la sociedad toledana, nos hemos reunido hoy, en un día plomizo que amenazaba lluvia, a las puertas del Museo de Santa Cruz, bajo el lema "La cultura no se vende", para denunciar la política museística de Emiliano García Page, y el PSOE, tan dañina para el Museo de Santa Cruz y los toledanos.

La concentración ha sido promovida por STAS-CLM INTERSINDICAL, y la Asociación, "Amigos del Museo de Santa Cruz ¡Vivo", y se han leído sendos comunicados por parte de representantes del sindicato y el presidente de la  asociación, Rafael García Serrano, antiguo director del museo.

Y es que el gobierno regional de Emiliano García Page, del PSOE, no ha dejado, desde el principio de su mandato, de hacer acciones dañinas para la institución museística toledana, como mantenerla en una situación de precariedad planificadora y económica.

Sin embargo, al mismo tiempo, han destinado enormes recursos públicos, para exponer, corriendo con todos los gastos, una colección privada mediocre, que nadie pidió y que se sacaron de la manga, ubicándola en los espacios de Santa Fe, que habían sido rehabilitados con dinero público, para destinarlos a la necesaria ampliación del Museo de Santa Cruz, y por lo tanto robando al Museo Provincial las posibilidades de desarrollo futuro.

La puntilla a la situación ha sido el uso de obras de Alberto Sánchez Pérez, que custodiaba el Museo, para lo que parece una estrategia para acallar voces críticas con la situación del arte contemporáneo toledano desde el cierre de La Casa de las Cadenas, como sede del Museo de Arte Contemporáneo de Toledo,  al tiempo que con el anzuelo de la obra del artista se intenta atraer alguna visitas, a una colección a la que nadie entra, que, por lo tanto,  es en clamoroso fracaso político y personal de Emiliano García Page.

Pulsa en la imagen para acceder al comunicado de STAS

Pulsa la imagen para acceder al comunicado de mscv

Colección arqueológica del Museo de Santa Cruz. El último canto del cisne (y III)

Isabelo Sánchez Gómez
Licenciado en Geografía en Historia


"Pero una vez más la historia del Museo de Santa Cruz nos recuerda a la bella y triste Penélope, mujer de Ulises, que pasó gran parte de su vida tejiendo y destejiendo un tapiz con la esperanza del retorno de su esposo. De este modo y una vez más, el Museo se ve obligado con motivo de una nueva exposición temporal, a desmontar su exposición permanente, volviendo a guardar, nuevamente, sus fondos de la sección de Arqueología y gran parte de la de Bellas Artes."
Alfonso Caballero Klink. 2017:  El Museo de Santa Cruz de Toledo

 
Acceso a la exposición permanente del Museo de Santa Cruz de Toledo, en 2013



Siguiendo con esta serie sobre la Sección de Arqueología del Museo de Santa Cruz, os traigo hoy el último "canto del cisne", antes de que la colección se guardara una vez más, como consecuencia de la instalación de la exposición de "El Año Greco", hasta el momento actual.

Vitrinas Paleolítico y Neolítico-Edad del Bronce. Arqueología. Museo de Santa Cruz

En el año 2008 se cerraron las salas de arqueología ubicadas en el sótano, debido a los problemas de humedad, aunque ya en esos momentos la museografía estaba muy anticuada, y el espacio claramente era inadecuado. Aunque todo el museo ha sufrido las consecuencias de las grandes exposiciones, y de las esperas para el gran montaje que se debería haber hecho contando con el espacio de Santa Fe, parece que la colección de arqueología ha sido la más afectada, siempre provisional, y en movimiento de edificio en edificio, y dentro del propio Museo de Santa Cruz, de espacio en espacio, o guardada y vuelta a montar, cada cierto tiempo.

Colección Arqueología. Aspecto del crucero. Museo de Santa Cruz. 2013

La mayoría de los museos provinciales de nuestro país se han caracterizado por ocupar generalmente edificios históricos adaptados, y por lo tanto por tener problemas para adaptar el discurso y las instalaciones museográficos,  con la conservación y mantenimiento del edificio y de las colecciones, y de espacio. Para el caso del Museo de Santa Cruz, la crónica falta de recursos económicos y de personal, ha bloqueado cualquier planteamiento de crear una institución que pueda cumplir adecuadamente sus objetivos.

Vaso Campaniforme. Ajuar Necrópolis del Valle de las Higueras. Huecas. Toledo 2.400 a.C.

En el año 2000, la exposición "Carolvs" supuso el parón definitivo de las salas permanentes. Las colecciones fueron retiradas. Las labores necesarias de rehabilitación fueron demoradas, al tiempo que se iniciaban las obras de Santa Fe, ampliación que debería de haber supuesto la solución definitiva para el museo. Sin embargo, tal vez este fue el  motivo del calvario que la exposición permanente sufriría a partir de ese momento, ya que el planteamiento era no volver a montarla hasta que dichas reformas y nuevos espacios estuvieran disponibles. Las obras de Santa Fe se prolongaron más allá de lo previsto, debido entre otras causas a la aparición de restos arqueológicos, algo con lo que debía haberse contado desde el primer momento.

Detalle de Estela con Guerrero, Las Herencias. Toledo. siglo VII a.C.

Ante la finalización de las obras, en el año 2004, se anunció la inmediata contratación de los proyectos museográficos, sin embargo, por diversos motivos el espacio siguió sin ser destinado al uso para el que había sido remodelado. Al final, como consecuencia de la falta de uso sufrió desperfectos que hicieron necesaria una nueva reforma. La eterna espera ralentizó o dificultó cualquier otra inversión con la expectativa de su pronta apertura. Los cambios políticos, y la falta de una política de museos clara y definida por parte de la administración regional, acabaron por desbaratar toda esperanza en un museo decente.

Urna funeraria. Santa Cruz de la Zarza. Toledo, Siblo VI a.C.

La “promesa”, o el “deseo”, de un espacio propio para la arqueología de Toledo ha flotado y sigue flotando en el ambiente de la sociedad toledana, derivado de la visible precaria situación de la exposición permanente de arqueología que tradicionalmente ha tenido el museo, y la incomprensible falta de concordancia entre una ciudad repleta de tesoros arqueológicos, y la no existencia de un lugar adecuado para exponerlos.

Cerámica a mano bícroma procedente de ajuar funerario. Casa del Carpio. Belvis de la Jara. Siglo VII a.C.

En tanto en cuanto se tomaban decisiones, en el año 2009, el director entonces del museo, Alfonso Caballero Klink,  decidió volver a instalar la exposición permanente en la parte alta del crucero, y en el caso de la arqueología se dispusieron para ello vitrinas nuevas, e incluso se abrió un nuevo espacio “Mudéjar” en unas habitaciones de la planta baja. Esta exposición, con un claro carácter provisional, hay que decir, sin embargo, que fue, probablemente, la única salida encontrada por el técnico para poder ofrecer al público, aunque fuera mínimamente, el patrimonio arqueológico, sacándolo de las cajas de los almacenes.



El crucero alto es un espacio diáfano impresionante en forma de cruz, que presenta grandes posibilidades para poder exhibir los objetos de una forma atractiva para el público, aunque con las debidas adaptaciones técnicas. Frente al sótano, donde se encontraba anteriormente la colección de arqueología, sin duda, no hay comparación, aunque claramente se veía que el montaje era una solución, de nuevo, provisional. En aquel entonces, el crucero inferior, estaba completamente vacío, y solía dedicarse para la realización de actos públicos, principalmente de representación política. La sensación que transmitía la profunda oscuridad y vacío de la planta baja era de extrañeza y desazón. 


Todas las piezas de la colección permanente, desde el Paleolítico hasta la época moderna, fueron ubicadas en el mismo espacio del crucero, dispuestas en una sucesión cronológica que avanzaba, desde el punto de arranque, en la Prehistoria, recorriendo todos los brazos del crucero, hasta la vuelta al mismo punto de salida. La arqueología se situó en el primer brazo, que se había dividido mediante un sistema de mamparas que servían a la vez para contener pequeñas hornacinas con materiales arqueológicos. 


No trato aquí de criticar la buena voluntad del director del museo, que probablemente consideró que era la única solución viable para exponer las colecciones, e hizo lo que pudo, sino la dejadez de la administración. El espacio que permitía visualizar la exposición de arqueología era mínimo, dando una sensación de estrechez que no invitaba a permanecer en el lugar durante mucho tiempo. La exposición se presentaba mediante los  objetos, vitrinas y tarjetas identificativas,  sin ningún elemento más de apoyo, ni un cartel, ni paneles, ni fotografías, etc. En las vitrinas se exponían las muestras que pueden considerarse más representativas, sin ningún interés por mostrar conjuntos completos y mucho menos contextos arqueológicos, culturales o paisajísticos. Las piezas se identificaban mediante tarjetas informativas, la mayoría de veces individuales, aunque también se utilizaban para describir pequeños conjuntos, con una inscripción sucinta, una pocas líneas donde se decía qué era, la fecha, su procedencia, y sólo en español. No existía ninguna información más, ni textual ni visual y, está claro que los objetos no hablan por sí mismos.

Ataifor. Talavera de la Reina. S. XI. Cerámica con decoración de cuerda seca parcial


Si no hay ningún elemento de apoyo, sin didáctica, es imposible que el museo pueda cumplir una función social. En este contexto el museo no es museo, sino sólo un relicario, un gabinete de curiosidades, un escaparate donde el único recurso para que el cliente “compre” el producto, es la estética del objeto. Los materiales aparecen así despojados de la “inteligencia” que los eleva sobre el resto de objetos que cotidianamente nos acompañan.


Por su parte, la guía que se editó del museo proporcionaba muy poca información en relación a la arqueología, sólo una enumeración de los elementos que podíamos encontrar en la exposición. Esta enumeración, además, no contemplaba algunas de las piezas, tal vez porque fueran introducidos posteriormente a la edición de la misma, como son el verraco, o los recipientes procedentes del Cerro de la Mesa. La guía incluía la descripción de tres piezas de una forma un poco más extensa: el relieve celtibérico de El Cerrón (Illescas), un bronce romano que representa a Hércules, y un brocal de pozo de la taifa toledana. El folleto aportaba poca más información referente a los materiales. Tampoco el espacio web dedicado al museo aportaba mucha más información. Una página web permite ampliar prácticamente sin límites todos los espacios de la exposición física, permite la planificación de la visita y obtener otras informaciones relacionadas con el establecimiento, pero en este caso no era así.



Hasta el año 2012, cuando fue desmantelado, existió un gabinete de Educación y Acción Cultural que se encargaba entre otras actividades de organizar conferencias, talleres infantiles y otras propuestas didácticas. El objetivo final debe ser acercar el museo a la sociedad, y para ello deben valerse de métodos didácticos, actividades y técnicas de comunicación.  En la comunicación del significado de los objetos al público es donde el museo cumple su función social y por lo tanto justifica su existencia. Con una difusión nula o deficiente, y por lo tanto con una percepción del museo como algo ajeno y sin utilidad, es difícil atraer al público.


Aspecto del crucero inferior desde el alto. 

Cuando se permite o, mejor dicho, se condena a los museos a subsistir con unos recursos extremadamente limitados, lo que se está haciendo es privar a la sociedad de lo que es suyo, la cultura, lo que puede traducirse como un “desprecio” de los poderes políticos al público en general. En todo caso, bueno o malo, ese fue el último momento que vimos lo que podríamos denominar una exposición de arqueología en el Museo de Santa Cruz, su último canto del cisne.


Pulsa en la imagen para acceder al resto de fotografías de la colección arqueológica


Pulsa en la imagen para acceder al resto de fotografías de la colección permanente





Lamentos



Este miércoles he asistido a la presentación del libro “Arqueomanía. Historia de la arqueología” de Manuel Pimentel y Manuel Navarro, basado en los yacimientos arqueológicos que a lo largo de los cinco años de vida del programa de televisión han visitado, grabado y contado. Ambos autores se encontraban encantados con el lugar donde tenía lugar la presentación, el crucero bajo del Museo de Santa Cruz. Pimentel incluso ha afirmado que nunca, a pesar de los cientos o miles de presentaciones de libros que ha realizado, lo había hecho en un lugar como ese, en ese fantástico envoltorio. En cierta manera los autores estaban extrañados, como lo estábamos el resto de asistentes, porque esto, evidentemente, no es normal, ya que no parece el lugar más adecuado para hacer una presentación, entre extraordinarias obras del Greco.

Coincidente con la celebración del año Greco, en 2014, nacía la Asociación de Amigos del Museo de Santa Cruz, que entre sus objetivos se encontraban los de colaborar con el museo, y ayudar a la recuperación de la exposición permanente, una vez finalizadas las exposiciones. Al frente de la misma estaba el antiguo director del Museo, Rafael García Serrano, que se jubiló en el año 2008. Él era director cuando tuvieron lugar las obras de restauración del Convento de Santa Fe, cuyo objetivo siempre fue la ampliación del Museo de Santa Cruz. Ya en 2004, a punto de finalizar las obras, Rafael anunció la inmediata convocatoria del proyecto museográfico para el nuevo museo, aunque la licitación definitiva del proyecto se demoró hasta 2007, y él ya no pudo verlo estando en activo.

Ni él ni nadie. Primero fue la aparición de grietas como consecuencia de las obras del Palacio de Congresos. En 2000, tras treinta años desde su adquisición por el Ministerio de cultura, tuvo una apertura efímera para albergar una exposición del Greco, y se volvió a cerrar debido al deterioro sufrido mientras estaba cerrado, que hacía necesarias nuevas obras. Los trabajos finalizaron justo para las celebraciones del año Greco, y ya se anunció que, inmediatamente después, se retomaría el gran proyecto museográfico de Santa Cruz y Santa Fe. Esto nunca sucedió. El museo parecía maldito.

Sin tener en cuenta otras penurias, ser director de un museo que “siempre está por crear” debe quemar mucho. Leí unas declaraciones muy significativas del anterior director, Alfonso Caballero Klink, tras jubilarse: “Jamás hubo voluntad para hacer una política de museos seria”.  Siempre en la precariedad impuesta, en una tensa espera del ahora sí, pero no, en la desconfianza. Alfonso se marchó sin haber conseguido que se implantara un proyecto museográfico serio, y con la colección arqueológica guardada en cajas. Me puedo imaginar también el regusto amargo de Rafael, al jubilarse sin conseguir ver hecho realidad, después de duros años de trabajo y esperanzas, su Gran Museo de Santa Cruz

Y es que la política suele tener prioridades y caminos inescrutables. Quién sabe el porqué de estas políticas culturales inciertas, cambiantes o siempre demoradas, que queman a los profesionales y confunden a los ciudadanos. Somos muchos los que no entendemos por qué, Santa Fe, uno de los edificios más significativos y espectaculares de la ciudad, que conserva los restos de los últimos palacios musulmanes, que debía haber sido destinado al fin para el que fue restaurado, la ampliación del Museo de Santa Cruz, fue entregado, de la noche a la mañana,  a un coleccionista privado para albergar su colección de arte contemporáneo.

Rafael García Serrano actuaba como presentador de los dos autores del libro. Un acto, sin duda, que tenía lugar en un lugar sublime, pero que a nadie se le escapa lo inapropiado del sitio. Tampoco se le escapa a nadie que se estaba presentando un libro de arqueología, en una ciudad llena de arqueología, que viven en gran parte de su historia, pero en la que paradójicamente no se quiere a la arqueología, porque los yacimientos arqueológicos excepcionales se destruyen, y los materiales recuperados se ocultan en cajas guardadas en oscuros almacenes. Ni siquiera se respeta el trabajo gratuito, y necesario, de quienes quieren colaborar en la preservación y difusión del patrimonio,  como son la Asociación de Amigos del Museo Santa Cruz ¡Vivo! En 2014 se decidió que la Iglesia de Santiago del Convento de Santa Fe, se dedicara a uso polivalente, entre ellos sala de conferencias. Desde entonces, esta asociación realizaba allí sus actos. La administración regional ha arrojado el futuro del museo por el agujero negro de la Colección Polo, y al hacerlo ha arrebatado, sin mucho rubor, ese espacio tan necesario para sus actividades a los amigos del museo, al propio museo que carece ahora de una sala donde poder realizar cualquier presentación, charla o taller, y como consecuencia, a la ciudadanía. No parece muy lógico que la política cultural se haga de espalda o ignorando a los vecinos. Debe ser, efectivamente, la maldición del museo. ¡Sólo nos queda gritar nuestros lamentos!


El Museo de Santa Cruz. La Sala de Prehistoria del Sótano

Algunos recordarán las salas de prehistoria o arqueología que, a mediados de los años 80, se instalaron en el sótano de las crujías sur del claustro de Covarrubias, donde permanecieron hasta el año 2008, cuando las salas fueron cerradas definitivamente por motivos de humedades, aunque ya en estos momentos la museografía estaba muy anticuada. Dicho sótano también albergaba una pequeña colección de etnografía y costumbres populares. 


Todos podemos recordar este espacio por el impresionante cráneo y defensas de Mamut, que había aparecido en el Polígono de Toledo en el año 1972, y que recibía al visitante, nada más descender la angosta escalera que conducía a este subterráneo. 

Después de varios años cerrada, la colección de arqueología se instaló en el año 2010 en el crucero superior, aunque duró poco, porque la exposición del Greco del año 2014 provocó que fuera desmontada y guardada. 

A fecha de hoy, el Museo de Santa Cruz no tiene expuesta ninguna de las piezas de su colección de arqueología (salvo las visigodas instaladas en el Museo de los Concilios y algunas piezas de gran porte que se encuentran en el claustro). A pesar de que muchos toledanos desde hace años, incluidos los directores del museo,  hemos reivindicado la necesidad de un Gran Museo de Santa Cruz, digno, en consonancia con la rica historia de nuestra ciudad y provincia, las autoridades responsables, después de que en años anteriores se hubieran gastado grandes cantidades de dinero público en la rehabilitación del magnífico espacio de Santa Fe, donde se encuentran los restos de los palacios musulmanes (que habrían sido un magnífico fondo para un Museo Arqueológico), y en un proyecto museográfico para mostrar la colección permanente de forma atractiva y moderna, decidieron, de forma imprevista, y sin tener en cuenta las necesidades urgentes y reales del museo, entregar el espacio de expansión natural para instalar una colección de arte contemporáneo, que nadie pidió, y que no hacía falta ser adivino para saber que las visitas al mismo iban a ser poquísimas, como al parecer está sucediendo,  mientras que el arte contemporáneo toledano  permanece guardado en almacenes o repartido por instituciones, y la colección arqueológica y gran parte del resto de la colección permanente, se encuentra criando polvo en oscuros almacenes, sin que los ciudadanos podamos disfrutar de ellas.

Traemos aquí una pequeña selección de fotografías, para el recuerdo, tomadas, en su momento, en este "Museo del Sótano", por I.Sánchez. 






Isabelo Sánchez