¡Hagan caso a los expertos, por favor! Juan Manuel Rojas “Importancia del legado oculto en la Vega Baja de Toledo”

Isabelo Sánchez
Plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura"

Nos encontramos en plena marabunta de declaraciones, contradeclaraciones, informes y déjà vu de 2006. Nuestros representantes, a pesar de hablar desde una posición ideológica totalmente contraria, ¡asómbrense!,  siguen diciendo lo mismo que decían los de entonces cuando “toparon” con el yacimiento de Vega Baja, aunque muchos ya sabían lo que había allí. Cojan ustedes las declaraciones de entonces y las de ahora (pueden ver un repertorio de estas declaraciones en la página del blog que estamos llenando de información desde la Plataforma “Toledo.Sociedad, patrimonio y cultura”, “Vega Baja. Prensa”), y si no miren la fecha y el nombre del político de turno que realiza las declaraciones, no podrán distinguir si están en 2006 o en 2019. Y es que, ellos, “siempre cumpliendo la ley”, estuvieron a punto en aquél entonces de destruir la capital del reino visigodo e, incomprensiblemente, más de 13 años después, con un conocimiento mayor, los de hoy, están en la línea de hacer lo mismo, también “cumpliendo la ley”. De igual manera, lean las declaraciones de los “interesados” económicos en ese espacio. También son calcadas. Como entonces, hoy, un grupo de ciudadanos particulares son los que han dado la voz de alarma, y puesto todo patas arriba.



A lo largo de los años muchos no entendían cómo, después de tantos años de la paralización del proyecto urbanístico por el presidente Barreda en 2006, se seguía manteniendo la edificabilidad de ese espacio, encima de la zona protegida como BIC en el POM 2007, y del resto de la vega, protegida a su vez, en la carta arqueológica. Pero parece que la cosa está clara: se mantenían, porque la intención siempre ha sido edificar ese espacio, sólo necesitaban tiempo para que la sociedad se olvidara, o se cansara de ver la vega totalmente abandonada. Cuando en 2018, una vez anulado definitivamente ese plan urbanístico, Milagros Tolón volvió a recuperar las 1.698 viviendas que contenía aquél sobre los BIC’s, ahora, en una Modificación Puntual, la 28, del Plan de 1986; y los usos terciarios y dotacionales para el resto de espacios libres, que como todo el mundo sabe, también son el mismo yacimiento, muchos se quedaron petrificados, o empezaron a entender. La analogía entre unos tiempos y otros sólo tenía una pequeña quiebra, que nos podía hacer pensar, si hubiéramos viajado en el tiempo, en haber desembarcado en una realidad paralela. Mientras que entonces prácticamente todos; los ciudadanos, y las organizaciones o fundaciones toledanas, fueron de la mano en la denuncia del expolio que se estaba cometiendo, hoy, sin embargo, algunos habían bajado el tono, vaya usted a saber por qué motivo, y admitido la generación de plusvalías (construcción) con el fin de dar viabilidad al proyecto cultural. Afortunadamente, un manotazo en la mesa de la prensa nacional, y las organizaciones internacionales, o el protagonismo que está alcanzando la sociedad civil a través de la plataforma “Toledo.Sociedad, patrimonio y cultura”, que son los que nos hemos movido y presentado una primera denuncia por expoliación ante el ministerio de cultura, les ha hecho, al parecer, reconsiderar su posición, y virar hacia una postura más crítica con el nuevo despropósito.



La intención política parece clara. Primero en la plasmación legal de esta en la Modificación Puntual 28, recuperando la edificabilidad para este espacio (no vale decir que no se van a construir 1.300 viviendas, lo que se plasma en el papel, y se firma, es la realidad, lo demás, son cantos de sirena), como decíamos, ya existente en 2007, y segundo, en las declaraciones realizadas, en primer lugar, minusvalorando los restos arqueológicos existentes en el sitio, y luego, diferenciando entre lo que hay dentro y lo que hay fuera del BIC, como si se tratara de cosas distintas, o este hubiera sido bien definido en su momento en base al conocimiento científico y el sentido común (algo que no se hizo), o no estuviera al borde de la ilegalidad por carecer del entorno de protección obligatorio. Por último, el argumento que se da es que se va a cumplir la ley, un mantra que machaconamente repitió Molina en su momento, y nos llevó a donde nos llevó. En este contexto, me parece indispensable para que puedan tomar decisiones, y hacer planes, que nuestros responsables políticos (aunque parece que quieren empezar la casa por el tejado una vez más), conozcan la realidad de Vega Baja, aunque da la impresión de que no quieren saberlo, y prefieren mantener la cabeza, como el avestruz, bajo tierra, por si acaso. Ellos verán. La realidad de Vega Baja está ahí, al alcance de la mano. Lo ideal sería que se realizaran prospecciones geofísicas, sondeos y excavaciones, pero en tanto hacen esto, estaría bien que escucharan a los expertos, como en este caso que nos ocupa, con la tertulia  organizada por el Ateneo de Toledo, que viene en el mejor momento posible, a cargo del arqueólogo toledano, Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo, titulada “Importancia del legado oculto en la Vega Baja de Toledo". He intentado recoger las ideas principales que el arqueólogo desgranó a lo largo de su charla. Algunas palabras son textuales, otras son percepciones del autor de este artículo, y algunas, por último, son interpretaciones, por lo que a pesar de que estas notas tratan de contar un poco lo que se dijo ayer tarde, no deben entenderse como que recogen la transcripción literal de la charla. 

Juan Manuel Rojas tiene a sus espaldas un número asombroso de intervenciones arqueológicas. Como todo el mundo sabe, desde la aprobación de la Ley de Patrimonio Histórico Español el número de intervenciones arqueológicas en España se disparó, y esto, claro está, produjo el descubrimiento de muchos nuevos yacimientos, lo que no ha solido ir en consonancia con la generación de conocimiento, al no existir una investigación e interpretación paralela de los datos obtenidos, o no estudiarse los materiales. Es decir, en la mayoría de los casos, los restos arqueológicos han quedado ocultos en el subsuelo, o desmontados para dejar paso a la construcción, las memorias de las excavaciones se guardan en un archivo, y la mayoría de los materiales se acumulan en las cajas de un almacén en los museos, además de que la actividad de difusión patrimonial por parte de la administración, es muy reducida. La sociedad, a pesar de ese boom de descubrimientos, no está recibiendo la parte que le corresponde en términos de poder disfrutar de los yacimientos, de los materiales en exposiciones de museos, o de la información en publicaciones accesibles a todos.   En ese contexto he tenido la oportunidad de leer algunas de las memorias o informes que redacta Juan Manuel Rojas, y gran parte de ellas son auténticas maravillas, aparte de que, además, ha dedicado gran cantidad de tiempo y esfuerzo a publicar sus intervenciones arqueológicas en un buen número de las principales revistas científicas españolas, algo a lo que las empresas de arqueología no están obligadas. En los últimos años, además, como todo el mundo sabe, consciente de la importancia y el valor de la difusión del conocimiento, porque sólo se puede valorar aquello que se conoce, se ha embarcado en un proyecto de investigación en el yacimiento de Guarrazar, financiado, mayoritariamente, con su dinero personal, que ahora, después de varios años, empieza a arrojar frutos, tanto en términos de descubrimientos asombrosos, como del número cada vez mayor de personas que visitan el sitio, y lo más importante, los niños con sus colegios. Curiosamente, según manifestación del propio arqueólogo, este mismo proyecto de Guarrazar lo ofreció a los responsables políticos de entonces en la ciudad de Toledo, y no le hicieron caso alguno, tal vez porque si se hubiera realizado lo que prentendía Juan Manuel Rojas, se habría hecho evidente la importancia y realidad de Vega Baja, mientras que manteniendo todo abandonado u oculto, los ciudadanos no pueden comprender la realidad del yacimiento. 

Juan Manuel Rojas realizó sondeos y excavó en una gran parte del yacimiento de Vega Baja desde el primer momento, y en el año 2009 realizó también sondeos arqueológicos fuera de lo que fue calificado como BIC,  por lo que sus palabras deberían ser tenidas muy en cuenta a la hora de hablar de patrimonio arqueológico en general, y de la Vega Baja en particular. Conozco a Juanma prácticamente desde sus primeros momentos cuando empezó a trabajar en excavaciones de urgencia, en aquél entonces siempre acompañado por Ramón Villa.  Cada vez que lo veía trabajando en la calle me paraba a charlar con él, algo que suelo hacer, todavía, cada vez que nos cruzamos, porque es un pozo de conocimientos,  y a mí, desde la ignorancia de alguien que no conoce todos los detalles de las situaciones concretas, y teniendo en cuenta que en todos los lugares cuecen habas, siempre me ha parecido un arqueólogo que dice lo que tiene que decir según la deontología profesional. Y esto, a pesar del modelo de tutela patrimonial que obliga al promotor a pagar al arqueólogo, que se convierte así en un asalariado de aquel, cuyo interés principal, la mayoría de las veces, es que no aparezcan restos, que los que aparecen no tengan importancia, y que la excavación se realice en el menor tiempo posible para liberar el terreno, y que a su vez debe presentar sus informes ante la Consejería correspondiente, es decir, que siempre se encuentra entre dos fuegos. Por eso, tal vez, como le he escuchado decir alguna vez, en su mochila acumula muchas cargas, o no sé si decir, causas perdidas, arqueológicas, porque el poder, económico o político, siempre es mucho poder (esto último lo digo yo y que cada uno interpreta lo que quiera), que termina con el enterramiento en el subsuelo, sin acceso, el  desmontaje o destrucción, de un número importante de restos arqueológicos, que tal vez habrían merecido ser conservados. Por eso, no le duele en prenda contar en voz alta, por ejemplo, la sorpresa que le produjo cuando en 2001, el informe de los sondeos que había realizado abarcando todo el espacio del proyecto urbanístico de Vega Baja I, mostrando que el yacimiento se extendía por la mayor parte de los terrenos del proyecto urbanístico, se encontraban todavía en la consejería correspondiente, y , sin que al parecer esta se hubiera pronunciado, lo llamaron para iniciar los trabajos arqueológicos de los viales porque la urbanización iba a comenzar. Es decir, si los sondeos mostraban lo que mostraban, habría sido necesario replantear el proyecto, o repensar lo que se iba a hacer,  y,  sin embargo, se arrancó la urbanización a toda prisa. Por no hablar, por ejemplo, de la desaparición, bien por haber quedado enterrado, o porque los restos fueron desmontados en parte, del que tal vez fuera el edificio más importante de todo este territorio, el Pretorio o palacio de los reyes visigodo, debajo de la actual clínica de FREMAP.  O el estupor que  produjo ver cómo las máquinas cortaron el yacimiento de parte a parte eliminando todos los restos arqueológicos para colocar un colector de grandes dimensiones, cicatriz que todavía puede verse hoy en día. Y esto sólo con respecto a Vega Baja, que si abrimos el abanico a todo el territorio de la comunidad, el panorama puede ser desolador.  Además, las agresiones al patrimonio y el paisaje de la Vega no han dejado de sucederse a lo largo del tiempo hasta el momento actual, como podemos comprobar con la construcción de unos bloques de pisos, pegando un nuevo bocado al yacimiento de Vega Baja, y dañando gravemente al paisaje protegido de este sitio, o la intención anunciada de construir el cuartel de la Guardia Civil en pleno yacimiento.


Durante la charla, Juan M. Rojas resaltó lo que nos estamos jugando en Vega Baja, que atañe a todos los ciudadanos y políticos, porque estos también son ciudadanos, y no sólo los de Toledo, porque el patrimonio es universal. Y es que en el pasado no existía la sensibilidad y reconocimiento que existe ahora para proteger el patrimonio. Entonces era normal que este fuera destruido o reciclado para levantar nuevas edificaciones, pero los tiempos han cambiado. La nueva sensibilidad tiene que ver con el crecimiento del nivel cultural y el aprecio por nuestro pasado. Esta conciencia y conocimientos nos permiten conocer o entender cada vez mejor el mundo en que vivimos, lo que pasa hoy en día. Pero para que exista esa sensibilidad es preciso tener un conocimiento previo, por eso es tan importante que los ciudadanos puedan ver los restos y disfrutarlos, para que puedan valorarlos. En este sentido, ese abandono que ha sufrido Vega Baja, esa falta de interés por conocer, por poner en valor el sitio, estaría en la línea de mantenernos ignorantes de la realidad, y por lo tanto para que no demos la importancia o el valor que realmente tiene ese patrimonio.  A pesar de todo “Las circunstancias históricas han propiciado que Toledo preservara la Vega Baja, casi virgen, como un espacio único en Europa”, y eso no se debería perder. 

Según el arqueólogo, el impacto del urbanismo actual (infraestructuras, materiales de construcción, vehículos, etc.,) nada tiene que ver con la ocupación humana en el pasado. En el mundo antiguo, los materiales de construcción eran la piedra natural del sitio, madera, y barro (adobe o tapial). Con el tiempo ese barro se deshizo, y las ciudades se superpusieron unas sobre otras con un impacto mínimo sobre su entorno. Dado ese impacto, es necesario que se piense mucho lo que se hace, porque la huella que estamos dejando es tremenda. 


Simultáneamente a estas reflexiones realizó un recorrido por la génesis de la roca sobre la que se asienta la urbe romana y visigoda. El río, que aprovechó la existencia de una falla para penetrar por ella, acabó por aislar el peñón, generando un lugar excepcional desde el punto de vista estratégico, ideal para el hábitat humano, y con pocos paralelos en el mundo. Pero a esa roca o peñón sobre la que se asienta la ciudad, no se la puede desligar de las vegas que el río generó a su vez, tanto al este como al oeste. La ocupación histórica a todo lo largo y ancho de esa vega fértil, la alta y la baja, es muy importante, y no sólo se ocupó el cerro. Son muy numerosos los yacimientos aflorados, y el arqueólogo hizo un recorrido por alguno de los más interesantes, como la Villa Romana de la Fábrica de Armas, con sus valiosos mosaicos, la gran Natatio, o establecimiento termal, de Cabrahigos, o la Villa que debió ubicarse en la Casa de Campo, y otros restos que muestran que el poblamiento de estas vegas debió de ser intenso, y mayor aún la ocupación de lo que conocemos como Vega Baja, con indicios de que se ocupó desde la prehistoria, pero más intensamente desde el periodo Romano, alcanzando su máxima extensión, probablemente con los visigodos, y llegando aproximadamente hasta el siglo IX, cuando los musulmanes empezaron a abandonar el espacio, que fue adquiriendo su configuración previa a la actual, de vega dedicada a cultivos.


La amplitud de lo que J.M. Rojas dibuja en un mapa como “suburbium” nada tiene que ver con el espacio que actualmente delimitan los BIC’s declarados,  desbordándolos claramente por todas partes y dejando claro que Vega Baja, el yacimiento, es mucho más y no tiene nada que ver con el espacio que está protegido con esa figura de protección. La ciudad, la “urbs” allá en lo alto, tenía su extensión natural, tres veces más grande que esta, en el “suburbium”, que era la ciudad, debajo de la ciudad.  Es cierto que puede haber espacios vacíos, pero esos espacios, en lugar de llenarlos de bloques de viviendas, tal vez son una oportunidad para crear un sitio donde puedan convivir los restos arqueológicos, con jardines y paseos que podríamos disfrutar todos los ciudadanos. Habló de los caminos históricos, y cómo los seres humanos, que en el pasado hacían las cosas con sentido común, mientras que ahora, muchas veces no sucede lo mismo, llevaron esos viales por los lugares lógicos más favorables en función de la topografía, y cómo se asentaron en torno a ellos, y la importancia que adquirió el comercio gracias a esas vías de comunicación. Esos caminos históricos son perfectamente visibles hoy en Vega Baja, algunos con tanta entidad, en cuanto a su anchura y la profundidad de las capas que servían para darlos estabilidad, que podríamos hablar de autopistas de la antigüedad. Para el arqueólogo, el lugar de Vega Baja tiene una gran importancia, y es fundamental para el conocimiento de la historia, ya que era claramente la capital del reino visigoda, desde la que se ejercía el control por todo el territorio actual de España, y parte de Francia. La época visigoda, a pesar de haber sido conocida durante mucho tiempo como los siglos oscuros, es, sin embargo, una etapa vital y de gran importancia para nuestro país, y para Europa, y lugar excepcional que el azar ha hecho que llegue hasta nosotros en relativas buenas condiciones, que es la envidia de investigadores  y amantes de la cultura de todo el mundo. Por eso, el yacimiento de Vega Baja trasciende la cuestión local, su conservación no sólo es importante para los toledanos, sino que su valor se encuentra también en el contexto europeo o internacional.



Esa importancia del lugar hace que desde el punto de vista económico, incluso, adquiera una dimensión que supera, tal vez con creces, la visión del que sólo ve en ese lugar un sitio vacío que hay que llenar de pisos para rentabilizarlo económicamente. El yacimiento, bien gestionado, sería un lugar de disfrute y de calidad de vida para los ciudadanos locales, pero también un lugar a donde vendría mucha gente de visita, un núcleo de atracción de turismo. Pero para que ese recurso sea real es necesario conservarlo, no sólo en el aspecto arqueológico, sino unido o de forma inseparable del paisaje, de esa visión del casco histórico desde las vegas que actúa como el fondo de un escenario impresionante, y del conjunto que forman el casco histórico, las vegas y el río.  

Finalmente se inició la tertulia propiamente dicha. En la capilla del antiguo Hospital de San Pedro, hoy convertido en sede de múltiples asociaciones y organizaciones culturales, con el nombre de “Centro cultural Cisneros”, se dio cita un nutrido grupo de personas que llenaron el sitio por completo, a pesar de tener lugar en ese mismo momento más actos culturales en otras partes de la ciudad, lo que da muestra del interés que despierta el tema. Aunque los comentarios y preguntas no cesaron, y el presidente del Ateneo tuvo finalmente que dar por finalizada la tertulia porque esta no terminaba, quiero destacar la reflexión que realizó el profesor Antonio Zárate con respecto a que, independientemente del valor arqueológico que indudablemente tiene el sitio, para él, y para los demás, incluido J.M. Rojas, está claro que es absolutamente imprescindible que arqueología y paisaje vayan de la mano, ya que sólo podrá preservarse el lugar si se consigue vincular el sitio arqueológico con el paisaje, que es un valor que además se encuentra protegido. Otros contertulios hablaron de la sensibilidad que existe hacia el patrimonio en otros lugares, de la barrera que supone la senda que se ha construido recientemente, tapando restos arqueológicos, para la interpretación futura del yacimiento, la posibilidad o no de poner plantas en el lugar y cómo afectan estas al yacimiento, de la ilegalidad de que el BIC carezca de entorno de protección, o de la delimitación incorrecta del mismo, ajustada milimétricamente al proyecto urbanístico y no a la realidad arqueológica, o de la extensión real que ha sido sacada a la luz hasta ahora, etc. En relación a este último aspecto hay que resaltar la respuesta dada por Rojas: apenas se ha excavado, en extensión, el 25 o 30 % del espacio, pero es que, en profundidad, sólo se ha alcanzado el 10 %, es decir, sólo ha aflorado la capa superior, mientras que el 90% del yacimiento, permanece bajo el subsuelo. 



En suma una tertulia muy interesante, y productiva, de la que nadie salió sin haber aprendido algo nuevo, y probablemente más convencidos que nunca de que es necesario hacer todo lo posible para preservar este sitio único, con la idea, como repitió Juanma Rojas en varios momentos, de que “El conocimiento de la historia resulta, cada día, más imprescindible para entender el presente y plantear el futuro”. Finalizó la tertulia con esta sentencia que deberíamos grabarla a fuego en nuestras mentes: “su conservación y puesta a disposición de la sociedad, depende de los ciudadanos”. 


La mesa está puesta. ¡A comer!

I.Sánchez
Plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura"



Ordenando papeles he encontrado un antiguo artículo que se refiere a la destrucción de patrimonio en nuestra ciudad, y que me ha inspirado algunas reflexiones. Aunque la sensibilidad hacia el patrimonio por parte de grandes capas de la sociedad es algo relativamente reciente, y el cuidado o respeto que se tenía hacia las ruinas antiguas, en el pasado, era relativamente poco, algunas personas, en general ilustradas, alzaban de vez en cuando la voz para denunciar desmanes promovidos o permitidos por los poderes públicos.
Jerónimo Bécker y González

Os traigo aquí un artículo de Jerónimo Bécker, del año 1920, en el que hace pública la denuncia de "la falta de apoyo por parte de las Autoridades municipales toledanas, para poner coto a los constantes atentados que contra la Historia y el Arte se cometen en la Imperial ciudad". 

Es cierto que, desde entonces, han cambiado mucho las cosas para mejor, pero no puede dejar de preocuparme, que en la actualidad, en pleno siglo XXI, como ayer, sean organismos externos a la ciudad los que tengan que venir para llamarnos la atención. Así, en aquellos tiempos, la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Toledo acudía a la Real Academia de la Historia, denunciando que "lentamente, pero de un modo constante, se va haciendo perder a Toledo su fisonomía propia; lo que era como el marco y complemento de las joyas que encierra en su seno, y constituía para todos los amantes del arte y de la tradición, uno de los mayores encantos de la Ciudad Imperial"·

Teniendo en mente las mejoras que en cuanto a la protección del patrimonio histórico, han propiciado las leyes actuales, sin embargo, está claro que estas no son perfectas, y tienen resquicios por donde alguien está buscando colarse. Viendo lo que sucede en algunos casos con el patrimonio histórico, y natural, de nuestra ciudad, tengo la tentación de dar valor a aquel dicho que dice que "cualquier tiempo pasado fue mejor", recordando, por ejemplo, cómo en el pasado se protegieron las vegas, mediante normas legales y el planeamiento urbanístico, de forma que parece más efectiva que como se hace ahora, pues de alguna forma se preservaron bastante íntegras hasta un determinado momento. Mientras, a finales del siglo XX y principios del XXI,  a pesar de la existencia de un importante aparato normativo de protección, merced a artilugios ¿legales?, se desprotegió, y se puso a disposición del ladrillo, y hoy, se encuentra en mayor riesgo que nunca. 

Esa cita anterior, sobre la pérdida de la fisonomía de la ciudad de Toledo, que se estaba produciendo en aquellos momentos de principios del siglo XX, es decir, de su paisaje, de cómo debía de verse la ciudad, puede reconocerse en la actualidad, lamentablemente, por ejemplo, en la pérdida de la fisonomía, del paisaje protegido de Vega Baja, a la que poco a poco, se la han ido dando bocados,  dentelladas de urbanizaciones, colegios, consejerías, bloques de pisos, etc, que se han comido partes de ella, debilitándola, y aún más, los que deberían haberla protegido y protegerla, preparan la mesa de gala, con su mantel con bordados y encajes de la Modificación Puntual 28, la vajilla de lujo del cuartel de la Guardia Civil, mientras otros afilan los cuchillos y sacan brillo a sus dientes, para darla la última dentellada. 

La mesa está puesta. ¡Todos a comer!

¡Disfrutad del manjar!




Conferencia "Guarrazar" (Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo)


I.Sánchez
Plataforma "Toledo.Sociedad, patrimonio y cultura"

Con motivo de la celebración de los 50 años del Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda (1969-2019), el Museo de Santa Cruz, junto a la asociación de amigos del museo “Museo de Santa Cruz ¡Vivo!”, ha organizado una serie de conferencias que se desarrollan entre el día 22 y 24 de octubre.

Juan Manuel Rojas Rodríguez-Malo. Conferencia Guarrazar. Museo de los Concilios. Iglesia de San Román


Hoy ha tenido lugar la conferencia impartida por el arqueólogo Juan Manuel Rojas, sobre Guarrazar. Como sabemos, desde hace unos cuatro años, J.M Rojas, excava el yacimiento visigodo y, además, se ha hecho cargo de la musealización y las visitas al mismo, generando un recurso de difusión patrimonial en el municipio de Guadamur, y por lo tanto en Toledo, que poco a poco va ganando en importancia, según las excavaciones arqueológicas avanzan documentando la relevancia que tuvo el lugar en su momento, y sobre todo gracias al esfuerzo personal de Juan Manuel. 

Un yacimiento, que según Rojas, había permanecido abandonado y olvidado prácticamente desde su descubrimiento, durante casi 140 años, debido a que las interpretaciones que se hicieron en los primeros momentos, argumentaron que las coronas votivas habían sido sacadas de sus basílicas originales en la ciudad de Toledo, en el momento de la invasión islámica, y escondidas en el lugar de su hallazgo, una pequeña ermita o iglesia sin importancia alguna, y por lo tanto que no llamaba la atención, y donde fueron descubiertas a mediados del siglo XIX.

Cartel a la entrada del yacimiento de Guarrazar


Esta interpretación ha perdurado casi hasta nuestros días, a pesar de que desde principios del siglo XXI, las prospecciones geomagnéticas realizadas por C.Eger, mostraban que el lugar tenía una importante entidad en término de estructuras en el subsuelo, estudios que, asombrosamente fueron ignorados.

Sin embargo, las excavaciones arqueológicas que empezó a realizar Juan Manuel Rojas, sacaron a la luz, al poco tiempo, restos que mostraban que el lugar del hallazgo de las coronas votivas,  donde excavó Amador de los Ríos en 1859 la tumba del presbítero Crispín, lejos de ser una pequeña iglesia o ermita, con un cementerio en su entorno, era un complejo de importantes dimensiones que incluía una basílica, monasterio,  sanatorio, y un posible palacio, todo ello surgido probablemente, en torno de un manantial o fuente sagrada, cuyos restos están saliendo a la luz desde hace pocos, con una estructura que tendría unos treinta metros.

Rojas ha insistido a lo largo de toda la conferencia de la importancia de los símbolos. De la necesidad para la existencia del complejo del símbolo que probablemente representaba el manantial, que debía estar ya allí, por lo que muestran los hallazgos recientes, en época romana, y del valor o importancia del sitio, para que los reyes, y otros altos cargos, hicieran allí sus ofrendas. En el caso de los reyes, probablemente, réplicas de sus propias coronas, en las que cada piedra, cada eslabón, o cada imagen, tenía un significado concreto, y no estaba allí colocados simplemente como decoración.

Excavaciones en Guarrazar. Foto de la página guarrazar.com


La entidad de los restos muestran la realidad, o aclaran, algo que era de difícil comprensión, como el por qué, durante un momento de crisis y de riesgo alguien había transportado unas coronas de inmenso valor a un lugar a diez kilómetros de Toledo, cuando podían, o era más lógico, esconderlas en un lugar más cercano, en la misma ciudad. La existencia de la basílica de unas proporciones monumentales, junto al resto de edificaciones, indica claramente que las coronas fueron enterradas allí, porque se encontraban en ese mismo lugar, es decir, porque los oferentes las habían depositado en la basílica, donde debían, posteriormente al acto, colgar a la vista de todos.

En varias diapositivas ha mostrado y explicado la reconstrucción virtual que se está realizando de la basílica, cuya monumentalidad viene claramente expresada por la comparativa entre la altura de la representación de una persona con la altura de la nave central. Las basas de las columnas que han aparecido han servido de referencia para realizar los cálculos de sus dimensiones, y la recreación virtual resulta magnífica para poder imaginarse el edificio, donde la luz entraba y probablemente se reflejaba en el suelo de mármol.

En este contexto, el arqueólogo pedía que nos imagináramos el acto de ofrenda. Probablemente habría unos festejos que durarían varios días, a los que llegarían muchas personas desde distintos lugares, y se hospedadían en el lugar. El rey se alojaría en esos días en su palacio en el mismo complejo, y el día señalado realizaría la ofrenda en un gran acto al que asistirían todos los nobles y altos cargos de su reino. Con toda seguridad Recesvinto y Suintila, por lo menos, estuvieron allí, en persona. Podemos imaginarlos caminando por la nave central, con la corona en la mano, ofreciéndola, y mostrando su sumisión, puesto que el simbolismo de las piezas de la corona significaban el reconocimiento y coronación de Cristo por encima del propio rey. Una forma de legitimar su poder, como han hecho otros muchos monarcas a lo largo de la historia, a través de la religión.

Los textos muestran, al parecer,  que, además, el palacio que existía en ese lugar sirvió de retiro a un rey. No se sabe cuál, pero que  muy probablemente abdicó, y se retiró a morir asistido por los monjes en ese sitio, porque lo consideraba sagrado. Su enterramiento, es probable, que también tuviera lugar en este lugar, aunque es difícil que pudiera encontrarse ahora su enterramiento,  debido a que a lo largo de los años, desde el momento del descubrimiento de las coronas, se produjeron daños importantes.

En definitiva, una magnífica conferencia, que ha llenado la sala que habían preparado los organizadores en la misma nave central de la iglesia de San Román, rodeados de piezas visigodas por todas partes, y la magnífica reproducción de las coronas votivas de Guarrazar, que se conservan en el Museo Arqueológico Nacional, una mínima parte de las que, al parecer, pudieron haber aparecido en su momento, y que habrían superado la veintena, la mayor parte desmontadas y vendidas, en lo que es otra historia que por sí misma serviría para otra o más conferencias.  

Para saber más sobre Guarrazar:

Georradares y sondeos en Vega Baja de Toledo: la única luz frente a la oscuridad

Isabelo Sánchez Gómez
Licenciado en Geografía e Historia

El progreso en el tiempo no tiene por qué ser lineal. Hay pruebas en la historia de auténticos retrocesos. Con la Edad Media, por ejemplo, gran parte de los logros intelectuales del periodo anterior se perdieron, y fueron sustituidos por las supersticiones y las creencias. Se fue la luz y llegó la oscuridad, se impusieron los dogmas religiosos y su seguimiento obligatorio bajo la amenaza de terribles castigos. Parece comprobado que la historia se repite, y permítanme, esta comparación ¿descabellada?, cuando compruebo que hoy, como entonces, nuestros políticos, tantas veces nos piden creer, a pesar de lo fácil que sería, en nuestra sociedad del conocimiento, convencer con pruebas. ¿Será porque no les convengan?

Imagen de Toledo, el río Tajo, y las vegas (Toletum Visigodo)

Esta reflexión viene al caso en relación al proyecto, anunciado recientemente, de la construcción de un cuartel para la Guardia Civil, en una zona de Vega Baja, que se encuentra fuera del espacio declarado BIC. Recordemos que el POM 2007 fue anulado definitivamente por la Consejería de Fomento de la Junta de Comunidades, el 14 de marzo de 2018, en ejecución de varias sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha (Sentencias nº 72, 73, 74 y 76 de fecha 31 de marzo de 2017, de la Sala de lo Contencioso-Administrativo). En lugar de haberse dedicado a redactar un nuevo POM, como la alcaldesa Milagros Tolón había anunciado nada más llegar al gobierno municipal en el año 2015, se embarcó en una huía hacia adelante, en todo un laberinto judicial de recursos y contra-recursos, que terminó abruptamente con la sentencia definitiva mencionada más arriba. Ante la inseguridad jurídica que sucedió, la administración local se dedicó a la redacción y aprobación de modificaciones puntuales que pusieran al día el Plan General de Ordenación Urbana de 1986. En concreto, en la redacción de dos modificaciones puntuales, la 28 y la 29, que en esencia significaban recuperar gran parte del contenido del POM 2007, que, recordemos, había sido anulado por la justicia. La Modificación Puntual 28, específicamente, es la que ha recuperado para Vega Beja, la edificabilidad y usos, casi idénticos, a los que existían en al plan anulado. Es decir, en las zonas que son BIC, esta modificación, recupera las 1.398 viviendas que estaban en el anterior plan, y para la Vega Baja, en el resto de espacios que actualmente no están declarados BIC, recupera los mismos usos dotacionales y terciarios (equipamientos, oficinas, jardines, centros comerciales, etc.), incluidas 300 viviendas en el antiguo camping del Circo Romano (una parcela sin proteger, que forma un vacío de protección absurdo, en medio de los dos BIC catalogados como Zona Arqueológica, de Vega Baja),lo que permite, en base a la legalidad urbanística, construir ahí el cuartel de la Guardia Civil, salvo que existan otras limitaciones que lo impidan.


Fotografía aérea de Vega Baja. Se puede apreciar que entre la parcela excavada de Vega Baja I, a la derecha, y la UA 37 donde se quiere construir el cuartel de la Guardia Civil, a la izquierda de la Avenida Mas del Ribero, no existe ninguna barrera física que impidiera al ser humano asentarse en toda la vega  (Foto: Toletum Visigodo)

Ya en febrero de 2019, desde el Ayuntamiento de Toledo se empezaron a lanzar globos sondas sobre la construcción de un nuevo cuartel de la Guardia Civil (Rodríguez, F.J. 2019: 11-01) barajando dos posibilidades, La Peraleda o la Vega Baja. Sólo un mes después se anunció el acuerdo a tres bandas, entre el Ayuntamiento y los ministerios de Interior y Defensa, por el que se permutarían los terrenos de la actual casa-cuartel, por otros en pleno yacimiento de Vega Baja (Rodríguez, F.J. 2019: 15-03). Inmediatamente empezaron a saltar las alarmas. Recordamos que, después de la paralización de Vega Baja, no se había realizado ninguna actividad constructiva aquí hasta que la administración de Milagros Tolón autorizó la urbanización de la UA 34, y la construcción en ella de cuatro bloques de viviendas en pleno yacimiento de Vega Baja, que claramente afectaban al patrimonio y al paisaje. Después de la aprobación de la Modificación Puntual 28 que recuperaba la edificabilidad para todo el espacio, el cuartel de la Guardia Civil sería el segundo proyecto "real" que se pretende construir sobre el yacimiento. Desde que se paralizó toda actividad arqueológica en Vega Baja, allá por 2012, no se había realizado ningún plan sobre qué hacer, o cómo tratar el yacimiento, y mucho menos investigación alguna para intentar conocer qué es lo que se escondía en el subsuelo del resto del territorio no protegido como BIC. Es decir, ha existido un total desinterés por descubrir los límites reales del sitio arqueológico, por desidia, o intencionadamente para  tal vez así poder mantener el espacio exterior al BIC sin la protección que proporciona esta figura al patrimonio, y de esta forma considerar todo lo que está fuera de sus límites como algo distinto, como si existiera un hiato y a continuación otro yacimiento,  cuando evidentemente no es así. 

Tanto desde la plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura" como desde otras organizaciones, se empezaron a plantear objeciones a la intención de llenar de ladrillo, de nuevo, Vega Baja, aunque no fue hasta que se hicieron eco de los nuevos proyectos en la prensa nacional, como en el año 2006, cuando las autoridades locales se vieron obligadas a dar explicaciones ante las preguntas de los periodistas. La Consejera de Cultura, Rosana Rodríguez, el mismo día de haberse hecho eco El País de la noticia, según registró la Cadena Se (López Huerta, Cristina, 2019: 14-09-2019), declaraba que las edificaciones planteadas en la zona de Vega Baja de Toledo estaban en terrenos sin valor arqueológico, en concreto afirmaba que "antes de intervenir, se realiza un estudio arqueológico", y que "en el estudio previo sólo afloró una zona de basurero visigoda y un pequeño enterramiento islámico ya preservado". Sin embargo, nadie ha visto esos informes de lo que hablaba la consejera, por lo que desde la plataforma se la acusó de no decir la verdad, "no sabemos si intencionadamente, o porque no sabe lo que dice", declararon.  

Ese mismo día 10 de septiembre, desde el Ayuntamiento de Toledo se realizaron declaraciones defendiendo que "no se construirá ni una sola vivienda sobre el yacimiento porque está declarado como Bien de Interés Cultural" (Redacción, 2019: 11-02-2019),  en contestación a la acusación de la plataforma de que se había aprobado la construcción de 1.398 viviendas sobre el BIC. Sin ninguna duda esas palabras entran en total contradicción con la realidad de que apenas un año antes, los mismos que decían ahora esto, habían aprobado, y al contrario de lo que se dice de palabra, dado fuerza legal, a construir 1.398 viviendas sobre los BIC's de Vega Baja, y 300 en el antiguo camping del Circo Romano. El edil de cultura (de urbanismo en la anterior legislatura), Teodoro García, proseguía con sus declaraciones, afirmando que el nuevo cuartel de la Guardia Civil se construirá "tras haber comprobado y por tanto garantizado, que bajo él no habrá ni un sólo ápice de ruina visigoda". 


La Vega Baja, al fondo. Se observa como toda ella conforma una unidad (Toletum Visigodo)

Es con estas declaraciones cuando empieza a tener sentido lo de "meter el dedo en la llaga para creer". En la misma Cadena Ser donde la Consejera había hecho sus declaraciones, el arqueólogo que realizó los últimos trabajos arqueológicos, consistente en sondeos, en los terrenos donde se quiere construir el cuartel declaraba que   "si no se hace un estudio, en lo que es la parcela asignada al cuartel de la Guardia Civil, si no se hace un estudio con mayor precisión, y mayor alcance del que se ha hecho hasta ahora, pues yo creo que no se puede hablar de, no se puede hablar con seguridad de que sí existen o no existen restos arqueológicos en ese lugar".

En este momento, por lo tanto, quedó totalmente desacreditada la versión de que en la parcela que se pretende construir el cuartel de la Guardia Civil, no hay resto alguno, o de interés, sino que, en todo caso, eran necesarios más estudios. Sin embargo, tanto la consejera como el edil municipal, no salieron con las "pruebas" que deberían tener para sustentar sus afirmaciones, y en ausencia de ellas, pedir disculpas por "no decir la verdad". 

    A partir de este momento, el mantra para justificar la construcción del cuartel se centró en que el espacio no era BIC, y por lo tanto, que allí se podía hacer cualquier cosa, algo que tampoco es cierto, pues todo el espacio está recogido en la Carta Arqueológica como ámbito de protección. Fue la Consejera citada la que utilizó en primer lugar el argumento de que "ese terreno no está protegido como BIC", para justificar la obra en ese suelo, y a partir de ese momento se ha utilizado en todas y cada una de las declaraciones que ha realizado cualquier miembro de la administración municipal, para justificar la obra.


Hace pocos días, un informe de ICOMOS, volvía a llamar la atención, como en el año 2006,  sobre cómo los políticos locales y regionales estaban actuando con Vega Baja. En el informe sobre el estado de conservación de Vega Baja, entre otras cosas, les dice a los políticos responsables de la gestión urbanística y de la protección del patrimonio, que todo el espacio de Vega Baja es uno, y que no puede seguir protegido por distintas figuras de protección, sino que debería unificarse, y en relación, en concreto, a la construcción del cuartel de la Guardia Civil dicen que: "El problema viene dado por su localización en pleno yacimiento arqueológico de Vega Baja, aunque no incluido en su momento en los diferentes ámbitos de protección del mismo. Además, su especial localización en el extremo norte de la vega incide en el paisaje".  El problema del cuartel, además, lo inscriben en un contexto más amplio, de toda la vega, al afirmar que "también habría que sumar el proyecto a la indefinición en materia cultural que impera en Vega Baja".  Finaliza el informe de ICOMOS indicando que "como cuerpo asesor de la UNESCO, dará parte al Centro de Patrimonio Mundial de los problemas que adolece actualmente este sitio".  A pesar de la contundencia del informe de ICOMOS, sin embargo, la regidora municipal hizo declaraciones en los medios de comunicación, manteniendo el enroque en el argumentario fijado para las declaraciones institucionales de que el cuartel se construirá en un terreno que no afecta al Bien de Interés Cultural. Parecería que tuvieran los oídos llenos de cera y no escucharan, ni entendieran, lo que significa que el yacimiento arqueológico no es sólo el BIC, y/o que el BIC está mal delimitado. 

Ante esa cerrazón y huida hacia adelante, sin escuchar a nadie, y además, con la intención que todos saltemos con ellos con los ojos cerrados y sin saber qué hay debajo, nos conformaríamos con que aportaran las pruebas científicas que determinan que en la parcela donde se pretende construir el cuartel de la Guardia Civil no hay restos arqueológicos, y que el yacimiento de Vega Baja termina justo en la línea del antiguo proyecto urbanístico, Vega Baja I, en la calle Mas del Ribero. Si las administraciones responsables tienen las pruebas de que ese espacio de la vega no es el mismo yacimiento visigodo que el que se encuentra a unos metros, no se entiende por qué no las enseñan, salvo que, como es presumible, no las tengan. Si no tienen pruebas de que el yacimiento se acaba al otro lado de las avenidas de Más del Ribero, o de Carlos III, y siguen construyendo o promoviendo construcciones, es muy grave, porque estarían contribuyendo a la destrucción de un yacimiento arqueológico único. Es decir, antes de hacer nada en la vega, bloques de pisos, cuarteles de la Guardia Civil, o sendas de moreras, como se ha dicho muchas veces, debería conocerse la realidad de lo que hay en Vega Baja, dentro y fuera de la zona BIC, y luego tener un plan. En ausencia de esas informaciones estamos corriendo el riesgo de estar ocasionando daños irreversibles al yacimiento o de difícil o cara solución.  

    Desde la plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura" seguiremos intentando arrojar luz sobre la oscuridad que proyectan las administraciones, y como nos gusta la historia, nos vamos a retrotraer unos años en el tiempo. Cuando se paralizó el proyecto urbanístico de Vega Baja I por el presidente Barreda, en el año 2006, se trataba de una urgencia. Es decir, las máquinas estaban a punto de entrar en el yacimiento, y destruirlo. Sin embargo, parcela por parcela, las excavaciones arqueológicas, ratificaban lo que ya se sabía desde hacía varios años: la gran entidad de los restos arqueológicos, y que todos ellos conformaban una unidad, una ciudad, el suburbium visigodo. A pesar de todo, las declaraciones políticas, y empresariales, de esos momentos, no dejaban lugar a duda: se protegería, lo que hubiera que proteger, si es que había algo valioso, y el proyecto urbanístico seguiría adelante, al tiempo que se minusvaloraba la importancia de los restos que aparecían por doquier.

Años después, en 2008, cuando finalmente fue declarada la ampliación del BIC de Vega Baja, la protección se ajustó, milimétricamente, a los límites del proyecto urbanístico, algo que no es normal, como tampoco lo es que no se la dotara de un entorno de protección como establece la ley. Cualquiera, sin necesidad de ser muy inteligente, comprende que una línea pintada en un papel, referida al espacio que ocupaba con anterioridad un proyecto urbanístico, no tiene ninguna relación lógica con el contenido del subsuelo, o un hábitat humano. Aquello era claramente una delimitación artificial (Ver artículo "Más allá de la "línea del fin del mundo" de Vega Baja, no hay dragones"). 

Es más, esa declaración, que debía hacerse para proteger "todo" el espacio que se sabe o presume que ocupa, en este caso, un yacimiento arqueológico completo, se hizo en ausencia de estudios que establecieran con razonable seguridad, cuáles eran los límites reales del yacimiento a proteger. En este sentido, sólo se puede pensar que esta forma de tramitar la protección se realizó para "salvar" in extremis el yacimiento, es decir, fue una solución de urgencia ante importantes presiones económicas, y que, por lo tanto, el límite establecido podía no ajustarse a la realidad, que era lo más probable. Habría que entender que el conocimiento efectivo de la realidad del subsuelo se pospuso para el futuro, para cuando las aguas estuvieran más tranquilas. Si se hubiera delimitado mal de forma deliberada estaríamos ante una intención clara de facilitar el expolio en el futuro, lo cual, claro está, no creemos, porque sería un delito, y habría premeditación. 

La paralización del proyecto urbanístico, y más tarde, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria que detuvo cualquier expansión urbanística, generó una oportunidad inmejorable para investigar y conocer la realidad arqueológica del territorio, y así poder tomar mejores decisiones en el futuro, sobre todo si era necesario, o no, ampliar el BIC de Vega Baja.


Montaje del Georradar sobre la parcela donde se quiere construir el cuartel de la Guardia Civil


Los lectores esperarán que diga que desde entonces no se ha hecho nada, y se equivocan. En el año 2009, sólo un año después de haberse declarado BIC el espacio del proyecto urbanístico, la empresa Toletum Visigodo, que en esos momentos pretendía desarrollar urbanísticamente el resto del espacio de la vega fuera del BIC, simultáneamente estaba llevando a cabo un proyecto cultural para el espacio que ya estaba protegido, con excavaciones arqueológicas y la idea de construir un museo. Las unidades de actuación que se encontraban fuera del espacio protegido como BIC eran la UA 7, la 37 y la 34. La 34 es la UA en la que en la actualidad se han construido dos bloques de pisos, y al parecer no se van a construir los otros dos porque bajo ellos había restos arqueológicos, al igual que en los viales de la urbanización de esa unidad. La UA 7 se corresponde con la parcela donde se encuentra la iglesia, y donde se ha construido el reciente aparcamiento de Santa Teresa. La UA 37 es donde se quiere construir el cuartel de la Guardia Civil. Tanto en la UA 7, como la 37 se han destinado a usos dotacionales y terciarios, como oficinas o centros comerciales en la reciente Modificación Puntual 28. Como decía, sí que se ha hecho algo para intentar conocer la realidad del subsuelo. En el año 2008, Toletum Visigodo, encargó una prospección con métodos geofísicos, antes de embarcarse, como había sucedido con Vega Baja I, en la venta de parcelas, y que luego sucediera el caos. Justo lo contrario de lo que quieren hacer ahora nuestros políticos, es decir, se propuso tener un conocimiento lo más grande posible para poder tomar decisiones. 


Informe Geofísico. Mapa de resistividad
Estaba claro, por todos los indicios, que la Avenida Mas del Ribero cortaba restos que claramente tenían o debían tener continuidad más allá, y, además, todas las excavaciones y sondeos que se habían realizado en parcelas adyacentes, "siempre" habían dado positivo, por lo que era previsible que las parcelas que en esos momentos se pretendían urbanizar iban a tener restos, con un alto grado de probabilidad. Pero Diego Peris, en esos momentos Consejero Delegado de la empresa Toletum Visigodo, quiso asegurarse, y por eso encargó la prospección con métodos geofísicos, y la realización posterior de sondeos arqueológicos verificación, en 2009, para asegurar aún más qué eran las anomalías magnéticas que ofreció el georradar.

Ubicación de las distintas unidades en Vega Baja. 


Estas eran las declaraciones de Diego Peris en el periódico La Tribuna del 7 de julio de 2009, incluso antes de realizarse el estudio geofísico. La pregunta del periodista era: ¿El yacimiento está protegido en su totalidad por el perímetro actual del BIC?, y D. Peris, contestaba "Creo que todos podemos convenir que el yacimiento tiene en la actualidad una delimitación artificial que proviene de una situación jurídica del desarrollo urbanístico que se iba a plantear allí". Imposible ser más claro. Él, que tenía encomendada la urbanización de la Vega Baja para rentabilizarla urbanísticamente, pero también tenía la obligación moral de preservar los restos arqueológicos, reconocía públicamente algo que podía ir en contra de los intereses por construir, que la delimitación del BIC estaba mal hecha.  

Desde entonces hasta ahora, en diez años no se ha hecho nada más. Esos estudios determinaron la existencia de restos arqueológicos por prácticamente toda la vega, lo que indica una continuidad física real, sin discontinuidades entre los restos que se hayan a un lado y otro de Más del Ribero y de Carlos III. No hay duda. Independientemente de la entidad de los restos, de que en determinados lugares puedan existir vacíos, está claro que todo el espacio es una unidad, un único yacimiento. Desde entonces no ha habido más intervenciones en la parcela en la que se pretende construir el cuartel de la Guardia Civil, es decir, ese es el conocimiento con que se cuenta en estos momentos, ni más ni menos. 

A partir de 2017, nos encontramos con un nuevo intento de urbanizar todo este espacio. Se han construido dos bloques de viviendas encima del yacimiento, que además atentan claramente contra la protección existente del paisaje. Sobre la construcción de estos bloques, ICOMOS afirma que no "cumple con los requerimientos mínimos para el desarrollo sostenible de este espacio cultural y el proyecto, por tanto, se suma a la indefinición en materia cultural que impera en Vega Baja", y continúa afirmando que "La UA 34 es ejemplo de lo que no debe hacerse en este espacio, sin que exista un consenso entre partes, en donde cualquier diseño arquitectónico que se programe no sólo debe atender a los condicionantes arqueológicos del subsuelo, sino a su posible impacto visual en el conjunto de la vega. La altura de los bloques incide directamente en la contemplación del conjunto de la ciudad histórica". ICOMOS considera esta construcción como "irreversible", y por lo tanto pide que "se paralicen cautelarmente el resto de construcciones previstas en el entorno hasta que se apruebe el nuevo Plan de Ordenación Municipal, pendiente de redacción...", para así "evitar en lo posible este tipo de intervenciones que pueden alterar la esencia cultural por la que Toledo fue declarada ciudad Patrimonio de la Humanidad.  Como vemos, el organismo asesor de UNESCO dice claramente que no debe hacerse nada más en Vega Baja, ni bloques de viviendas, ni cuarteles, ni sendas, hasta que se conozca exactamente lo que hay en el subsuelo y se haga un plan.

En las mismas declaraciones citadas más arriba, Diego Peris argumentaba sobre lo que él consideraba Vega Baja, que era " la totalidad del terreno", que  "mide 84 hectáreas. Esta superficie abarca tanto la zona libre, como la protegida, así como la Fábrica de Armas". El consejero delegado de Toletum Visigodo quiso asegurarse antes de embarcarse en un proyecto urbanístico incierto. Hoy, sin embargo, nuestros gobernantes, quieren lanzarse de nuevo a la piscina desde el trampolín sin comprobar antes si hay agua. Igual que sucedió entonces, en el 2006, es probable que se estrellen contra su "urbanismo".

Parece mentira, pero vivimos tiempos oscuros, como en la Edad Media. Nuestros gobernantes, a pesar de ser el patrimonio arqueológico un bien de dominio público, no han hecho nada, ni hacen, por alumbrar las tinieblas con conocimiento, y el que existe lo ignoran o lo esconden. No han aportado ninguna prueba, ni intentan conseguirla. Sólo piden a la ciudadanía que "creamos ciegamente" en su palabra, que en Vega Baja "no hay restos", o que donde se quiere construir el cuartel no es Vega Baja. 

Algunos, sin embargo, somos reos de desconfianza a fuerza del escarmiento de la realidad diaria, y seguimos pensando que antes de actuar hay que tener un plan, y para hacerlo, pensamos que sigue siendo necesario saber.

Bibliografía